miércoles, 15 de noviembre de 2023

55.- Antología poética, Cuatro textos alrededor de la Mujer de Lot

Déjame
Permanecer así:
Sin luz,
Futuro
Ni esperanza.
La roca negra no tiene escapatoria
Ni refugio.

: Fadwa Tuqan
(Fragmento de La Roca, 1957)
(trad: MARÍA LUISA PRIETO

 

 

 

Lūṭ (Loth) huye seguido por sus hijas;
su mujer recibe una piedra en la cabeza; ruinas de ciudades destruidas.
miniatura persa XVI
Biblioteca Nacional de Francia(BNF). Cote : Persan 54, Folio 40.

 

 

En el libro sagrado de los monoteístas, tanto para judíos como cristianos y musulmanes, aparece la mujer de Lot convertida en sal. Ella, la esposa del héroe fundador Lot, se convierte en una figura de sal cuando mira hacia atrás. En algunas imágenes es una columna, un pilar o una estatua de sal con forma de mujer en otras una piedra le cae del cielo cuando voltea y se queda mirando la ciudad abandonada; el tiempo y la memoria que se quedaron atrás, en Sodoma. ¿Cuáles son sus razones para mirar atrás? ¿Para mirar melancólica la ciudad que deja? ¿Convertirse en sal es un castigo del dios monoteísta o un devenir cuando el agua deja de fluir y se estanca la existencia? Aquí dejo cuatro textos (dos poetas eslavas y dos hispanoamericanas, una española y un fragmento mío)  alrededor de la Mujer de Lot

 


Cuatro textos alrededor de la Mujer de Lot

 

 
I
La mujer de Lot


Tal vez miré hacia atrás por curiosidad.
Pero además de curiosidad pude tener otras razones.
Miré hacia atrás porque me dio tristeza la escudilla de plata.
Por distracción: amarrándome el cordón de la sandalia.
Para no mirar más la nuca justa
de mi marido, Lot.
Por la seguridad repentina de que si yo muriera,
él no se detendría.
Por la desobediencia natural de los humildes.
Escuchando cómo nos perseguían.
Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea.
Nuestras dos hijas se perdían ya tras la colina.
Sentí la vejez en mí. El alejamiento.
Lo inútil de viajar. Sueño.
Miré hacia atrás mientras ponía mi hatillo en el suelo.
Miré hacia atrás preocupada por el siguiente paso.
En mi camino aparecieron serpientes,
arañas, ratones de campo y polluelos de buitre.
Ni buenos, ni malos; simplemente lo vivo, todo,
brincaba y se arrastraba por un temor colectivo.
Miré hacia atrás por soledad.
Por la vergüenza de huir a escondidas.
Por las ganas de gritar, de regresar.
O porque justo entonces se soltó el viento,
desató mi pelo y me levantó el vestido.
Sentí que me veían desde los muros de Sodoma
y se morían de risa, una y otra vez.
Miré hacia atrás llena de rabia.
Para gozar plenamente su ruina.
Miré hacia atrás por todas las razones mencionadas.
Miré hacia atrás sin querer.
Fue sólo que una roca giró gruñendo bajo mis pies.
Que una grieta de pronto me cortó el paso.
En la orilla un hámster agitaba las patas delanteras.
Y entonces ambos miramos hacia atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y trepando
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ella grava ardiendo y aves muertas.
Por falta de aliento varias veces perdí el equilibrio.
Si alguien me hubiera visto, pensaría que bailaba.
Es posible que haya tenido los ojos abiertos. Que haya caído miran

 
: Wislawa Szymborska
(Versión de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia)

 


II

Debo confesar que antes de esa noche, mucho antes del veto y de las chinches, tuve sed. Tuve la sed insaciable de los peces y la sed del bebé frente al pecho materno. Tuve la sed del profeta cristiano en la cruz apelando al padre, y tuve la sed de la madre reclamando el cuerpo del crucificado, del hijo muerto entre los escombros. Tuve sed, mucha sed. No quería aceptar que mi quehacer de madre y mis labores académicas se combustionaban. Al abrasarme a ellas me deshidrataba. Ahora entiendo que mirar hacia atrás y detenerse es como cubrir el cuerpo de arena o de sal. Te vas deshidratando hasta matarte; como le pasó a la mujer de Lot, como le sucede a las chinches con la tierra fosilizada. 

: Zyanya Mariana
(fragmento del cuento: La mujer que amaba los insectos, informe académico)

 


Lot deja Sodoma, Hartmann Schedel, 1493
Crónica de Nuremberg






III
La mujer de Lot


Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios
por una montaña negra, siguiendo su huella,
mientras una voz incansable acosaba a la mujer:
—No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás.

Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa,
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.

Una sola mirada: súbita punzada de dolor
en sus ojos, antes de poder emitir cualquier sonido.
Su cuerpo se derritió en sal transparente
y sus ligeras piernas claváronse en la tierra.

¿Quién penará por esta mujer? ¿No le resulta
de sobra insignificante a nuestra incumbencia?
Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
ella que murió porque eligió volverse.

: Anna Ajmátova
(Versión de Kyra Galván)

 

 

 

IV
La mujer de Lot


Nadie nos ha aclarado todavía
si la mujer de Lot fue convertida
en estatua de sal como castigo
a la curiosidad irrefrenable
y a la desobediencia solamente,
o si se dio la vuelta porque en medio
de todo aquel incendio pavoroso
ardía el corazón que más amaba.

Amalia Bautista

No hay comentarios:

Publicar un comentario