Del comercio y otros fines
El cambista y su esposa, Marinus Roejmerswaelen, 1538
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En el siglo XVI, mientras los humanistas se centraban en el hombre y los artistas renacían; el pensamiento, cuál célula cancérigena, se dividía hasta el cansancio. La división en un momento de cambio produjo el fenómeno que hoy padecemos: el comercio como fin último del ser humano.
Se inició en las ciudades-estado del norte de la península itálica, cuando las familias de comerciantes y banqueros, como los Medici, descubrieron el poder que les daba el oro, fruto de su trabajo de compra y venta en una época de expansión mercantil. Así, una familia sin linaje de armas podía impulsar a un miembro de la familia a convertirse en reina consorte o en Príncipe de la ciudad.
Gracias a los recursos económicos, estas familias pasaban de ser influyentes en el gobierno a convertirse en el poder mismo de las repúblicas. El dinero sirvió para consolidar la estructura de la ciudad que giraba alrededor del comercio. Así la República se estructuró con funcionarios públicos leales (la futura burocracia) que ejecutaban las ordenes de un Príncipe o gobierno para expandir los flujos comerciales. Por ello fue necesario, en primera instancia fomentar la construcción de calles, carreteras y puertos (la famosa infraestructura que los políticos llaman modernidad) que eran supervisados por los condottieri.
Los condottiero eran mercenarios y a veces incluso diplomáticos que trabajaban vía un contrato para las ciudades. Son el antecedente de los ejércitos nacionales y de los diplomáticos. Como solían ser un peligro para las repúblicas estos hombres, hijos de la aristocracia terrateniente en busca de oportunidades, terminaron creando compañías de efectivos leales y ofreciendo sus servicios a una región, una ciudad o al papado. Muchas veces las compañías muy bien organizadas podían pasar de padres a hijos, asegurando el orden y el comercio más allá de las fronteras protegidas.
Mientras, en la ciudad, el Príncipe y su familia convertían al artista en empleado, por medio de mecenazgos (becas y foncas), imponiendo un canón estético y social a la población. Por su parte los pensadores, humanista y filósofos se empleaban como funcionarios públicos fundando instituciones que reprodujeran y defendieran el sistema creado, o se convertían en Papas, líderes morales del mundo europeo. El mismo Maquiavelo fue un funcionario de la ciudad de Florencia.
Durante mucho tiempo la función del Príncipe (rey, presidente, poder legislativo) y su gerencia política fue necesaria. Poseían el olfato y el higado para controlar al pueblo, gerenciar el comercio y negociar con las ciudades o estados rivales. De hecho durante cuatro siglos los pensadores creyeron en el poder político absoluto del Príncipe hasta que aparecieron los Medios de comunicación.
En un primer momento la gente pensó que podían, a través de la prensa y otros medios cuestionar al poder; la guerra de Vietnam fue un intento de ello; pero muy pronto los comerciantes, acostumbrados a vivir en la sombra se percataron que no necesitaban más del Príncipe. Ellos solos, casi con el mismo sistema de mecenazgos renacentistas, podían controlar a la masa empleando escritores, guionistas, cineastas, productores de televisión, creativos en publicidad para hacer el trabajo del Príncipe y las instituciones fundadas en el renacimiento. El poder era de los comerciantes, la herramienta los Medios, el fin el comercio.
Boda entre María de Medici y el Rey de Francia. Los Medici produjeron tres Papas: León X; Clemente VII y León XI |
Gracias a los recursos económicos, estas familias pasaban de ser influyentes en el gobierno a convertirse en el poder mismo de las repúblicas. El dinero sirvió para consolidar la estructura de la ciudad que giraba alrededor del comercio. Así la República se estructuró con funcionarios públicos leales (la futura burocracia) que ejecutaban las ordenes de un Príncipe o gobierno para expandir los flujos comerciales. Por ello fue necesario, en primera instancia fomentar la construcción de calles, carreteras y puertos (la famosa infraestructura que los políticos llaman modernidad) que eran supervisados por los condottieri.
Los condottiero eran mercenarios y a veces incluso diplomáticos que trabajaban vía un contrato para las ciudades. Son el antecedente de los ejércitos nacionales y de los diplomáticos. Como solían ser un peligro para las repúblicas estos hombres, hijos de la aristocracia terrateniente en busca de oportunidades, terminaron creando compañías de efectivos leales y ofreciendo sus servicios a una región, una ciudad o al papado. Muchas veces las compañías muy bien organizadas podían pasar de padres a hijos, asegurando el orden y el comercio más allá de las fronteras protegidas.
Mientras, en la ciudad, el Príncipe y su familia convertían al artista en empleado, por medio de mecenazgos (becas y foncas), imponiendo un canón estético y social a la población. Por su parte los pensadores, humanista y filósofos se empleaban como funcionarios públicos fundando instituciones que reprodujeran y defendieran el sistema creado, o se convertían en Papas, líderes morales del mundo europeo. El mismo Maquiavelo fue un funcionario de la ciudad de Florencia.
Nicolás Maquiavelo funcionario público florentino quien escribió mucho más que el Príncipe |
En un primer momento la gente pensó que podían, a través de la prensa y otros medios cuestionar al poder; la guerra de Vietnam fue un intento de ello; pero muy pronto los comerciantes, acostumbrados a vivir en la sombra se percataron que no necesitaban más del Príncipe. Ellos solos, casi con el mismo sistema de mecenazgos renacentistas, podían controlar a la masa empleando escritores, guionistas, cineastas, productores de televisión, creativos en publicidad para hacer el trabajo del Príncipe y las instituciones fundadas en el renacimiento. El poder era de los comerciantes, la herramienta los Medios, el fin el comercio.
La violencia que hemos estado viviendo los últimos 5 años en México, que seguramente se recrudecerá este año de elecciones, junto con la hambruna y despojo de tierras de los más vulnerables, no es otra cosa que una estructura de 500 años que tiene como único fin el comercio y la multiplicación de las ganancias. Wallerstein la denominó el Sistema mundo, Antonin Artaud Crueldad, pero son lo mismo sólo que vistas desde dos lugares distintos, la historia del primero la poesía del segundo.
El sistema mundo se estructuró para que productos y capital pudieran circular libremente, primero al interior de los estados, después en Europa y finalmente en el mundo vía el imperialismo y hoy la globalización. A su servicio han estado todas las Instituciones: las políticas (partidos políticos, Ifes, división de poderes); las educativas (las universidades que te forman moderno, globalizado y emprendedor), las alimentarias (no comemos lo que produce la tierra sino lo que nos venden). Incluso los símbolos como el enfrentamiento campo-ciudad/ laico/religión (que fomenta el hambre en el campo, la inmigración de mano de obra barata y el sin sentido) y por supuesto las instituciones culturales y mediáticas (el que no es blanco, hombre, menor de 35 años y profesional no vale); ello sin nombrar los valores que imponen los medios y la imagen.
Antonin Artaud (1896-1948) |
Hoy da lo mismo transportar vacas, jabones o seres humanos, afirmará Bauman el autor de Modernidad y Holocausto |
El sistema que hoy tenemos se fundamenta en el comercio masivo y la lógica comercial dice que se deben aprovechar todas las oportunidades, aunque eso implique transgredir lo humano. Da lo mismo para el comercio transportar jabones, vacas o seres humanos, lo importante es la ganancia que se deriva de ello; lo sabemos por experiencia. Sucedió durante cuatro siglos con los negros de las costas africanas (el comercio de esclavos), con los europeos durante la Gran guerra del 45-50, con los migrantes que huyendo del hambre son tratados como perros con la justificación de que no tienen papeles, o como mercancía en la trata de niños y personas. Lo mismo sucede con las políticas agropecuarias, el fin es el comercio y la ganancia, no importa que los cultivos extensos y con transgénicos provoquen el resurgimiento de plagas, desertifiquen la tierra, o transformen los pueblos en lugares fantasmas; con la educación y la tecnología sucede lo mismo los que tienen acceso, cada vez menos, se incorporan al sistema y lo reproducen sin mayores cuestionamientos, los demás se convierten en ejércitos de desempleados.
Todo ello produce una violencia que en períodos de crecimiento económico es sólo sutil pero que en períodos de estancamiento como ahora estalla en iras: la primavera de los pueblos árabes, la ira de los suburbios ingleses, el movimiento de ocupas en España, Grecia y los EU, así como algunos movimientos estudiantiles.
México no se queda atrás, cada cierto tiempo desde hace 500 años, eclosiona la sutil violencia que padecemos cotidianamente, y como la transgresión es de la ciudad al campo, la mayoría de los movimientos y malestares surgen cerca de la tierra. Hoy la llamamos narco, pero los narcos como los políticos sólo siguen la lógica comercial: disminuir costos y aumentar ganancias. Es más barato eliminar gente que comprar un terreno ya sea en Cheran Michoacán o en las costas o en la Sierra Tarahumara, es más barato matar migrantes que pagarles, es más barato seducir a jovencitos de 16 años que negociar con adultos, es más barato hacer una estela en el Paseo de la Reforma que replantear las políticos actuales frente al campo y la crisis del agua, es más barato cerrar las universidades públicas que crear fuentes de trabajo, es más barato negociar con un solo cartel o partido político que repartir la riqueza entre varios carteles de drogas y partidos políticos.
Las elecciones no solucionarán los problemas de violencia, injusto trato a indocumentados, hambre en el campo (con o sin suicidios), desempleo o justicia social, porque los políticos siguen la lógica comercial: prometer no empobrece allende que sus cambios son sólo circunstanciales. Nos queda como sociedad civil, con los medios que tenemos, incluyo las Redes sociales con todos sus “peros”, sirvan para proponer estructuras y cambiar hábitos simbólicos y de consumo. No sería un ejercicio estéril convocar con la palabra y el acto nuevas formas donde el comercio no sea el fin y cualquier medio lo justifique.
También pienso que dada la diversidad de nuestro país es necesario refundarnos como un país plurilingüe. Que de las 53 lenguas indígenas que sobreviven hasta el día de hoy, se elijan 5 y junto al español se conviertan en nacionales; que se le exija a todo profesional hablar su lengua materna, una de ellas, además del castellano. Es fundamental, por otra parte, que nuestra capital recupere con su nombre México Tenochtitlán, su vieja vocación de grandeza.
Zyanya Mariana