miércoles, 2 de noviembre de 2022

Todo cabe en un ritual sabiéndolo acomodar, LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA

Zyanya Mariana

 

Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo 
 
: José Emilio Pacheco (fragmento)
Es verdad que los muertos tampoco duran Ni siquiera la muerte permanece Todo vuelve a ser polvo Pero la cueva preservó su entierro Aquí están alineados cada uno con su ofrenda los huesos dueños de una historia secreta Aquí sabemos a qué sabe la muerte Aquí sabemos lo que sabe la muerte La piedra le dio vida a esta muerte La piedra se hizo lava de muerte

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Portada La familia Burrón de Gabriel Vargas

 

Todo cabe en un ritual sabiéndolo acomodar



Un poco de broma y mucho de verdad, suelo decir que todo cabe en un ritual sabiéndolo acomodar. Eso pasa con la fiesta de muertos en la ciudad de México, inicia a finales de octubre con el culto a San Judas Tadeo, pasa por el Halloween norteamericano que alguna vez fue rito celta y llega
al 2 de noviembre, fiesta de Todos Santos. En el camino retoma la iconografía mexica de los Tzompantlis y la calavera garbancera de Posadas y, si esto fuera poco, se decora con flores de cempasúchitl, panes de azúcar y calaveras de colores.

 

No en todas partes se festeja igual. En algunos lugares de Puebla y Michoacán, el primer año los difuntos no vienen a comer. En la meseta tarasca, los vivos vamos al panteón para comer con aquel que recién se ha ido al gran viaje. Pensamos, como en algunos lugares de Puebla, que los muertos deambulan cerca y junto a los vivos durante un ciclo agrícola, por eso sólo se les convoca un año después de su muerte en las ofrendas y altares. En el Itsmo de Tehuantepec, las familias van al panteón en Semana Santa; esos días de algarabía, limpian las tumbas y las decoran. Comen en familia y cocinan los tradicionales tamales de huevo de Iguana, una delicia que amenaza la sobrevivencia de la especie.   

 

Tamales de iguana

 

En la ciudad de México, dado su cosmopolitismo, los ritos se mezclan y se contraponen como lucha de clases. Para alguno, feligreses de San Judas Tadeo, el abogado de las causas difíciles, el 28 de octubre es un día de celebración. Miles de fieles, cargando la imagen del santo para ser bendecido, se congregan en el templo de San Hipólito ese día. Lugar icónico pues antiguamente funcionaba como uno de los puntos de control de la ciudad de Mexico-Tenochtitlán, y fue desde ahí donde Hernán Cortés huyó hacia el ahuehuete de Popotla la noche de la victoria tenochca.

 

 

Templo de San Hipolito

 

Para otros, feligreses de la cultura americana, el 28 significa Halloween: si niño, pedir dulces; si adolescente, ver películas de horror; si joven disfrazarse para una fiesta y conocer a la media naranja. Entre altares y ofrendas con comida —evocación de los ritos prehispánicos que acompañaban y guiaban a los muertos por su recorrido al Mictlán—; entre humo de copal y flores, los panteones se llenan de misas, de rezos y de gente velando a sus idos y queridos. Entre todos esos pedazos de creencias habrá quien grite es "Fiesta de muertos cabrones" y apele a un nacionalismo ambiguo, que va y viene, y disfrute de un desfile en Reforma de catrinas y se alegre de la reconquista del norte cuando una fiesta de "Día de muertos" desfile por las calles de Nueva York, entonces quizás entienda que "el día de muertos" y su iconografía barroca es el producto de exportación cultural más existoso en el momento, pero no siempre fue así.

 

 


 

Catrinas en el metro de Nueva York, noviembre 2022
 

Durante el siglo XIX, el 1 de noviembre los creyentes colocaban piras mortuorias con crucifijos y muchas velas para los difuntos,  las clases populares visitaban el 1 (si muertos chiquitos), y el 2 de noviembre los panteones. Según Santiago de la Vorágine, el escritor de la Leyenda dorada, el best seller medieval que contaba las mórbidas vidas de los santos, la fiesta de Todos los santos se instituyó el 2 de noviembre en el santoral cristiano desde la época de la Roma cristiana. Ese día, en los panteones mexicanos, algunos pagaban misas, pero la mayoría limpiaba las tumbas, traían flores, algo de comida y bebían pulque que solía venderse afuera de los panteones y corría en abundancia. Para muchos, visitar los panteones en las afueras de la ciudad era una travesía, se llegaba en tranvía o calesas tiradas por caballos, hoy están en medio de ejes viales y ya no pueden albergar más muertos, somos muchos.  

 

El Brindis - Archivo Casasola Pulque


            La iglesia, como siempre, exigía compostura para el día de Todos los santos, paralelamente criticaban los excesos que tanto nos gustan en la cultura mexicana.  Se vendían en las calles, sobre todo en los portales de mercaderes y en el de agustinos, alfeñiques; una confitura hecha de azúcar, agua, miel y aceite de almendras dulces que se moldeaba. Estos dulces, que tienen su origen en el Al-Andalus, se cristianizaron y empezaron a representar los huesos y restos de las reliquias medievales que las familias llevaban a bendecir para pedir la salvación de sus difuntos, rogaban para que no se quedaran en el purgatorio los muertitos y se les fueran abiertas las puertas del cielo.

            

Ofrenda 2011

 

Ofrenda 2006

 

Ofrenda 2019

 

 Los adultos en México que visitaban las iglesias el 1 y 2 de noviembre, buscando indulgencia a sus pecados desde lo establecido en el siglo XVI por el Concilio de Trento, visitaban las reliquias que eran exhibidas en las iglesias y les compraban a los niños alfeñiques en forma de reliquias. Los niños en la calle pedían centavos o golosinas con el tradicional "me da mi calaverita", aunque dicen que gritaban "mi tumba, mi calavera, mi ofrenda".  Cuando yo era niña había alfeñiques en forma de frutas que mi abuela me compraba en el mercado de Clavería, me encantaban. Todavía las encontramos en los mercados de la ciudad, en forma de frutas coloridas o cráneos de azúcar, pero no tienen la misma calidad ni el sabor.

 

Mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central"

Museo Mural Diego Rivera

 

            Los descreídos y las clases altas aprovechaban el día de asueto para pasearse en la Alameda. Así lo registró Diego Rivera en su mural de 1947 Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. En el mural hay muchos personajes emblemáticos de la historia de México, los últimos 400 años, pero al centro Diego Rivera representó un pequeño linaje: Un niño Diego está junto a la calavera garbancera vestida con una estola de plumas —mitad plumas de Quetzalcóatl mitad moda de Paul Poiret— que se encuentra del brazo de su creador, el grabador José Guadalupe Posada, a quien Rivera llamaría "su verdadero maestro". Detrás del niño Diego, una Frida Kahlo dual, con una mano abraza maternalmente al niño, con la otra sostiene el símbolo del Yin yang. Frida se convertirá en icono de la cultura moderna mexicana, casi tanto como la garbancera que transmutará en Catrina, gran dama de la fiesta de muertos y hoy producto de exportación que desfila por las calles de Nueva York.

 



 

Otros textos de las Fiestas de muertos


Fiesta de muertos, Judas y otras cosas

México se escribe con X 

Gheguigo

 

Recuerden comprar flor de cempasúchil en ramo, ya que la de maceta es de semilla China o India y no da semilla, es transgénica.
Cuidemos nuestras semillas originales consumiendo lo que muchos campesinos han preservado por siglos con mucho esfuerzo y dedicacion.
Él es don Genaro con su familia y sus cultivos de Oaxaca.

Fotos de Gary Karolli