lunes, 18 de diciembre de 2023

Rituales del caos: PRINCIPIO Y FIN DEL ABSOLUTO

 

nos abre a un vacío que nos mira,

nos concierne, y en un sentido, nos constituye (...)


: Georges Didi-Huberman,

(Lo que vemos, lo que nos mira, 1992)

 

 

 

Foto: Germán Ignacio Carnero


 

 

PRINCIPIO Y FIN DEL ABSOLUTO*

Germán Ignacio Carnero

(Exposición fotográfica)

 

 

Para la tradición occidental, el desierto es una frontera que divide lo civilizado de lo salvaje. Más allá de Atenas, dice Heródoto, están los Escitas, los bárbaros y el desierto. Más allá de Jerusalém, dicen los cristianos, están los herejes, los salvajes y el desierto. La idea se exportará a las colonias. Más allá de la ciudad de México están los salvajes chichimecas, repetirán los evangelizadores y los virreyes. Más allá de Buenos Aires están los indios, la pampa y la conquista del desierto, repetirán los criollos Ilustrados. Olvidan que el desierto es múltiple y que entre la cordillera de los Andes y el Océano Pacífico está la Chala. Un desierto que recorre la costa pacífica desde Piura hasta Atacama.

            Ahí, en una península, los textiles narran historias de chamanes que vuelan. Ahí, en un valle, los conquistadores fundaron la Ciudad de los reyes, Rimac o Lima. Ahí, en una bahía, los libertadores desembarcaron y organizaron la Independencia sureña. Ahí, en Paracas las imágenes de Germán Ignacio Carnero se convierten en principio y fin.   En las fotos, el desierto es soporte y figura. Ahí, las dunas bajo el sol nos miran, nos constituyen y nos dan sentido. Las sombras reflejadas son nuestras propias sombras;  las rocas nuestro propio cuerpo sediento; la luz nuestros anhelos. El desierto deja de ser una región árida del mundo; un lugar despoblado o un espacio inhóspito para convertirse en el testimonio de una hermandad, entre pasado y presente, que debe transitarse. Hermana es también la lluvia de arena que transforma las dunas; hermanas son las piedras que se erosionan y se quiebran; hermano es el azul del mar que se refleja en el cielo. Bajo la mirada de Germán, el desierto es un encuentro. Las piedras y las dunas fotografiadas asemejan seres humanos, eremitas que bajo la luz, buscan redimirse; acaso transformarse.

 

Zyanya Mariana

Mixcoac, 2023

 

 


 

 


 

* Texto en francés para la exposición
En el marco del Festival de cine peruano en Paris

 



Musée Julio C. Tello
Vendredi 27 octobre 2023
Exposition photographique



DÉBUT ET FIN DE L'ABSOLU
Germán Ignacio Carnero 


nous ouvre à un vide qui nous regarde,
nous concerne et, en un sens, nous constitue (...)

: Georges Didi-Huberman,
(Ce que l'on voit, ce qui nous regarde, 1992)


Pour la tradition occidentale, le désert est une frontière qui sépare le civilisé du sauvage. Au-delà d'Athènes, dit Hérodote, il y a les Scythes, les barbares et le désert. Au-delà de Jérusalem, disent les chrétiens, il y a les hérétiques, les sauvages et le désert. 


    L'idée s'exportera dans les colonies. Au-delà de Mexico, il y a les sauvages, les Chichimèques, disent les chrétiens. Chichimèques, répètent les évangélisateurs et les vice-rois. Au-delà de Buenos Aires, ce sont les Indiens, la pampa les Indiens, la pampa et la conquête du désert, répéteront les créoles éclairés. Ils oublient que le désert est multiple et qu'entre les Andes et l'océan Pacifique, il y a le Chala. Un désert qui longe la côte Pacifique de Piura à Atacama.

    Là, sur une péninsule, des textiles racontent des histoires de chamans volants. Là, dans une vallée, les conquistadors ont fondé la Cité des Rois, Rimac ou Lima. Là, dans une baie les libérateurs débarquent et organisent l'indépendance du Sud. Là, à Paracas, les images de Germán Ignacio Carnero deviennent début et fin.

    Dans les photos, le désert est à la fois support et figure. Là, les dunes sous le soleil nous regardent, elles nous constituent et nous donnent un sens. Les ombres reflétées sont nos propres ombres ; les rochers notre propre corps assoiffé ; la lumière nos désirs. Le désert cesse d'être une région aride du monde, un lieu inhabité ou un espace inhospitalier pour devenir le témoignage d'une fraternité. 

    Le témoignage d'une fraternité, entre passé et présent, qu'il faut traverser. La sœur est aussi la pluie de sable qui transforme les dunes ; les sœurs sont les pierres qui s'érodent et se cassent. Le frère est le bleu de la mer qui se reflète dans le ciel. Sous le regard de Germán, le désert est une rencontre. Les pierres et les dunes photographiées ressemblent à des êtres humains, des ermites qui, sous la lumière, cherchent à se racheter, peut-être à se transformer. 

: Zyanya Mariana 

Mixcoac, 2023



lunes, 11 de diciembre de 2023

56.- Antología poética, Dos poemas de Bai Yuji Letian ((772-846), poeta de la Dinastía Tang (618-906)

 

No hay hombre sin locura
la mía es escribir poemas

: Bai Yuji Letian


Dibujo del poeta Bai Yuji Letian,
del libro Wan hsiao tang-Chu chuang -Hua chuan, publicado en 1921



Bai Yuji (772-846), nacido como Po Chü-I, y conocido por su nombre de cortesia Letian, está considerado uno de los grandes poetas de la Dinastía Tang (618-906). Nació en lo que hoy es el distrito de Weinan, provincia de Shanxi, en una familia humilde y culta. A los diecisiete años viajó con su familia a la capital, Chang’an, donde se hizo famoso por su obra Hierba de la meseta. Ahí, pasó sin problemas los exámenes imperiales; la lógica confuciana para obtener cargos públicos.
    Escribió poemas con un lenguaje directo y claro. No los consideraba dignos si su sirvienta, una vieja campesina, no los entendía totalmente.
    En el año 808 fue nombrado Zhou Shi I (consejero oficial), cuya misión consistía en buscar
errores y extravíos imperiales, pero en el año 811 murió su madre al caer a un pozo cuando
contemplaba unas flores y Bai Juyi se retiró al río Wei. Escribió Alabanza a las flores y El nuevo pozo, poemas alrededor de la muerte de su madre, por los cuales fue acusado de infringir las leyes de la piedad filial por escribirlos. No fue la única acusación de sus enemigos cortesanos que lograron desterrarlo en varias ocasiones. A pesar de las malas lenguas, siempre pudo regresar a la capital y obtener cargos políticos.
    Retirado (832) reparó una parte desocupada del monasterio Hsiang-shan, en Lung-mên y se llamó a sí mismo el eremita de Hsiang-shan. Escribió una memoria de su vida cotidiana, que se considera calcada de la del poeta y político T’ao ch’ien (365-427), y que posiblemente sirvieran de inspiración para los escritos del monje budista Kenko Yoshida (1283-1350) y el poeta Kamo no Chomei (1153 o 1155–1216). Murió a los setenta y cinco años (846) en la ciudad de Leyen, provincia de Henan. Como última voluntad pidió un entierro sin pompa junto a la tumba de Juman, su monje favorito del monasterio.


    La poesía de la Dinastía Tang comparte con la pintura y la caligrafía china el principio estético de la recreación del ritmo y el movimiento gestual de la naturaleza. En las tres disciplinas, el trazo del signo restituye los vínculos ocultos entre las cosas y el aliento vital (Chi) que las anima. Como si el signo fuera un puente entre la cosa y la vida de la cosa. Algo de ello, se retrata en el poema dedicado a su amigo Li Chien, donde describe su mirada del mundo, mezcla del taoísmo de Zhuang Zi (Chuang Tse) y el budismo Chan procedente de la escuela india Dhyana y que daría origen al zen japonés.
    En el segundo poema, Canción de la pena sin fin, el sentido y el ritmo son otros. Aunque fue uno de los poemas más famosos de Bai Juyi, él no apreciaba tanto. Cuenta la historia del emperador Xuanzong (Hsuan Tsung) y su favorita, la bellísima Yang Kuei Fei. El poema es parte de la trama de la película La leyenda del gato demonio (2017), del director Chen Kaige. Figura, que junto a Zhang Yimou, forma parte de la famosa "quinta generación" del cine chino. Un grupo que retrata la historia y la transición económica de China de finales del siglo XX e inicios del XXI. Ambos poemas fueron tomados del libro
Poetas chinos de la dinastía Tang, Visor 2011.

 

Retrato de Bai Yuji Letian,
de Ch'en Hung-shou, pintor de la Dinastía Ming (1368-1644)





A Li Chien

 
En los primeros tiempos
para encauzar el curso de mi vida,
directamente acudí
a Chuang Tzu, capitulo primero.
Pero en los últimos años
el espíritu es mi preocupación;
me convertí a la Dhyana
de la Escuela del Sur.
Exteriormente, acepto
el Mundo tal como es;
íntimamente, supero las limitaciones
que imponen los sentidos.
Afuera, no siento aversión
ni por la aldea ni por la Corte;
en mi casa, no necesito
la compañía de nadie.
Desde que aprendí este arte,
adondequiera que vaya
mi mente está en sosiego
y no necesito de inflexiones y estiramientos
para el bienestar de mis miembros;
ni de ríos ni de lagos
para calmar mis pensamientos.
Si tengo propensión al vino,
algunas veces bebo;
si no tengo nada que hacer
me siento reposadamente,
silencioso y tranquilo
hasta muy tarde
y al siguiente día, duermo profundamente
hasta que el Sol está muy alto.
No me causan nostalgia, en otoño,
las noches largas;
no me lamento en primavera
por los días que pasan.
Enseñé a mi cuerpo a olvidar
si es joven o viejo,
y a mi alma, que aprecie igual
la vida que la muerte.
En la conversación que sostuvimos
ayer, cuando te vi,
diste a mis pensamientos
lo que llaman “corazón y médula”;
porque también mi Camino es
como lo “inexpresable”.
Y a no ser por ti, jamás
lo hubiese explicado con palabras 


La beldad legendaria china,
Yang Guifei por Chōbunsai Eishi (1756–1829)



Canción de la pena sin fin



Durante el frescor de la primavera la dejaron
bañarse en el estanque de las Flores Puras,
el agua suave de la fuente mojaba su piel lisa.
Auxiliada por sus doncellas, salió grácil y cansada.
Entonces recibió los favores imperiales.
Cabellera de nube, cutis de flor, alhajas de oro,
tras las cortinas color de hibisco conoció las noches primaverales,
noches muy breves, interrumpidas sólo por la salida del Sol.
Fue entonces cuando el Soberano comenzó a abandonar las audiencias.
Acompañando al Emperador en los paseos y los festejos, nunca quieta,
sólo ellos compartían los paseos y las noches de primavera.
Tres mil bellezas habitaban el palacio,
pero el amor sólo existía para ella.
Desde Yu Yuang los tambores de guerra estremecen la Tierra
poniendo fin a la Danza de Trajes Emplumados.
Polvo y humo cubren los nueve palacios,
mil carros y diez mil jinetes corren hacia el sudoeste.
Llenas de miedo, las banderas imperiales avanzan
y a cien li de las puertas de la capital se detienen.
El ejercito rehúsa avanzar más, hay que retroceder.
Fue entonces cuando fue ejecutada la bella de cejas de mariposa ante los caballos.
Sus adornos floreados quedaron por el suelo, y nadie los tocó.
Nadie tocó el adorno de su pelo, el gorrión de oro cubierto de plumas
de martín pescador, ni la horquilla de jade.
El soberano que no pudo salvarla ocultó su rostro,
la miró por ultima vez y lloró lágrimas de sangre.
Cielo y Tierra cambiaron. Regresó el carro del Dragón.
Allí se detuvo el Emperador a pesar suyo,
en el barro de Me Wei Po, donde el hermoso rostro ya nunca estará,
en el sitio sólo de su muerte.
El soberano y sus ministros se miran, cubiertos de lágrimas.
Después, abandonando los caballos, entran en la capital.
Jardines y estanques. Todo esta igual,
lotos de T'ai Yi, sauces del palacio de Wei Yang.
Los nenúfares recuerdan su faz, los mimbres sus vibraciones.
Ante ellos, no pudo contener las lágrimas.
Las flores del durazno y del ciruelo se abren con el viento de la primavera,
las hojas de los plátanos caen bajo las lluvias del otoño,
las yerbas cubren el patio del Palacio de Occidente,
las hojas muertas, que nadie quita, enrojecen las escalinatas.
Los comediantes del Jardín de los Perales tienen ya los cabellos blancos,
han envejecido los eunucos y las sirvientas del Palacio de los Pimenteros.
Por la noche, cuando revolotean las luciérnagas,
el Emperador se aflige y enciende la lámpara,
solitario, sin encontrar reposo.
Campanas y tambores van desgranando lentamente la larga noche,
brilla la Vía Láctea, pronto amanecerá…
bajo las flores de rocío, las tejas entrelazadas están frías.
¿Quién querría compartir una habitación helada?
Ya un largo año separa al vivo de la muerta
y su espíritu no ha regresado a él ni en el sueño.
¡Ay! El cielo y la tierra pasarán, pero su recuerdo será eterno