domingo, 6 de marzo de 2022

Occidente, un signo, LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA

Zyanya Mariana
 
The war will end
The leaders will shake hands
The old woman will keep waiting for her martyred son.
That girl will wait for her beloved husband
and those children will wait
for their heroic father
I don't know who sold our homeland
but I know who paid the price.
 
Mahmud Darwish
La Guerra terminará.
Los líderes estrecharán sus manos.
La vieja mujer se quedará esperando a su hijo martirizado.
Esa joven esperará a su amado esposo 
y esos niños esperarán a su heroico padre
Yo no sé quién vendió nuestra tierra, 
pero sé quien pagó el precio.

Mahmud Darwish (versión del inglés ZM)
 
 

 
 

  OCCIDENTE, UN SIGNO

Jorge Zepeda Patterson, periodista, escritor y analista político mexicano que suelo leer con admiración, cuestiona en su último artículo, "El extraño caso de la izquierda pro Putin", la defensa que hacen, ciertos sectores de la izquierda del presidente de Rusia Vladimir Putin.
        Tiene razón, la invasión a Ucrania es indefendible, como cualquier invasión.... pero como solía decir mi abuela Julia: "para que haya guerra se necesitan dos", por ello, me atrevo a afirmar que la decisión de Putin de invadir Ucrania es indefendible, mas no su reacción a las provocaciones de la OTAN, representante de los intereses de Occidente.
        En efecto, Zepeda Patterson no explica que para una élite, como para los nacionalistas rusos la entrada de Ucrania en la OTAN es un desafío directo a los intereses y la historia rusa. Kiev no sólo se considera la semilla de la Iglesia ortodoxa rusa y de la Rusia blanca de procedencia escandinava, los varegos de origen sueco.
        En los cuentos, en la tradición popular e incluso en la serie Vikingos (6ta temporada), la Rus de Kiev o la pequeña Rusia es la cuna de la rusidad; a la que se le añade la Rusia blanca (Bielorrusia) y la Gran Rusia; la ciudadela de Moscú que se convierte en capital después de la invasión mongola del siglo XIII. Zepeda Patterson, tampoco dice que mucho del apoyo a Putin proviene del hartazgo frente a la doble moral discursiva de Occidente, frente al doble rasero con el que se han construido las narrativas geopolíticas después de la Segunda Guerra Europea y a lo largo del siglo XX e inicios del XXI. 


Así, como en México hubo un hartazgo en contra de 30 años de políticas neoliberales y coloniales que se expresaron en un apoyo tipo Tsunami para AMLO en las elecciones del 2018, así hay un hartazgo a la narrativa occidental, hoy coloreada de evidente blanquitud supremacista: ¡son blancos y de ojos azules! expresaban los periodistas in situ, ante la indignación del mundo. Huelga decir, que en Ucrania, el 20% de los estudiantes extranjeros son africanos, sobre todo marroquíes y nigerianos que al intentar escapar de la guerra han sido victimas de discriminación por su color de piel. ¿Me pregunto si Europa también les abrirá a los estudiantes africanos sin restricciones sus fronteras? Muy racista el asunto desde la fundación de Kiev o quizás la manifestación de algo más profundo que occidente y occidentalizados no quieren ver. 
 



Por otra parte, el embajador Miguel Ruiz Cabañas, miembro del Servicio Exterior Mexicano, Secretario en la Misión Permanente de México ante las Naciones Unidas y a quien admiro y recuerdo como el mejor maestro que tuve en la licenciatura, escribía en tuiter la necesidad de expresar "apoyo sin reservas a Ucrania". Añadía que la invasión mostraba debilidad de Putin y que México tenía un record histórico de condenas a "la guerra ilegal en Irak, a la invasión en Siria y la guerra en Yemen".

        Tiene razón en todo, lo que no dice Ruiz Cabañas es que Ucrania, granero de Europa, sólo es un campo de batalla al que Occidente vende armas. Tampoco dice que las condenas de México a Irak, a Siria, a Yemen y a tantos otros países nos permitían un juego diplomático de distancias con los gobiernos de EU, que por cierto, en un lapsus muy psicoanalítico, Biden confundió Ucrania en el discurso con Irán, pero que hoy implicarían un alineamiento con los EU y una tensión innecesaria con China que geopolíticamente mira silenciosa el conflicto de su aliado ruso.
 
 
La Guerra en Ucrania no es una disputa entre Ucrania y Rusia sino entre la OTAN y Rusia, mientras que ucraniana es un territorio "proxy" que sufre las consecuencias de la guerra y enriquece a la industria armamentista. En la jerga periodística se les llama "proxies" a los país donde se enfrentan dos potencias; fue el caso de muchos países durante la Guerra Fría que le compraron armas a las potencias, pusieron los muertos y la destrucción mientras los protagonistas Estados Unidos (EU) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) median sus poderes. Hoy, la venta de armas corre hacia Ucrania y mientras todos hablan de paz la guerra se alimenta. 
 
 
 
Este equilibrio de poder entre los EU y la URSS surge al finalizar la Segunda Guerra Europea, con él Occidente como signo de una superioridad moral y epistémica; todo aquello que no fuera Occidente, era inferior, feo o malo.
 


Para Kissinger, el creador de la política exterior norteamericana del siglo XX, Occidente se dividía en dos: el occidente del viejo mundo y el occidente nuevo; ambos aliados en contra de la expansión soviética. El viejo occidente, históricamente vinculado a los territorios del Imperio romano de occidente, estaba compuesto por los miembros fundadores de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN); que en 1948 eran Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y el Reino Unido y algunos de 1949: Dinamarca, Islandia, Noruega y sobre todo Italia y Portugal. El nuevo occidente, en cambio, lo conformaban los países anglosajones de nuevo cuño: Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, quienes compartían una historia colonial de exterminio, segregación e invisibilización de sus poblaciones originarias. Los occidentes, miembros de la OTAN se asumían como "El mundo libre", Occidental y democrático. Los "enemigos" de Occidente se agrupaban en el Pacto de Varsovia, firmado en 1955; sus miembros fundadores eran Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumania y la Unión Soviética. En esta lógica, México no es Occidente, acaso un país del Tercer mundo que por su frontera con EU no ha sido Proxy; este pequeño hecho, lo suelen olvidar con frecuencia la élite blanca mexicana y nuestros medios de comunicación.





Aunque esta guerra reverbere los años de la Guerra fría, las posiciones y los poderes económicos han cambiado. Ni Zepeda Patterson, ni el embajador Ruiz Cabañas hablan de esta guerra como la muerte de la diplomacia Kissingeriana liderada por EU. Tampoco hablan de un posible nuevo paradigma geopolítico donde China, la primera economía, e India, socio comercial de Moscú y el tercer PIB mundial, mantienen un silencio conveniente.
 
 
 

 
Nadie, con un mínimo sentido común, puede estar a favor de la guerra. mata lo más preciado de la existencia: la vida, pero tampoco podemos olvidar que todo nuevo paradigma geopolítico, histórica y psíquicamente, surge de las cenizas, de guerras y destrucciones. Que la guerra es horrible, sí quién lo dudaría, pero los humanos no sólo sabemos dar vida, también sabemos dar muerte... y valdría la pena recordar que la vida se alimenta de muerte... y que las miserias humanas, históricamente, son el pan y la tortilla de cada día...
Por último, nosotros los modernos tampoco podemos olvidar que hemos construido un sistema económico basado en las invasiones y en las guerras continuas; la industria de las armas no sólo es poderosa, también sostiene parte de las economías de los países exportadores de armas, esos mismos países occidentales que hemos convertido en modelos de vida... habría que replantear este sistema que nace con el deslinde de tierras a finales del siglo XV y se institucionaliza con la estructura colonial.