lunes, 19 de septiembre de 2022

CUMPLIMOS DIEZ, QUIZÁS ONCE O TRECE AÑOS SEGÚN EL ARCHIVO DEL BLOG, Y LO FESTEJAMOS CON LA DEVOCIÓN DE RUMI

Cuando estemos muertos

Cuando estemos muertos,
no busques nuestra tumba en la tierra,
pues has de encontrarla en el corazón de los hombres

: Rumi

 

Este cumpleaños se lo dedico a mi entrañable amigo Germán

 

Cumplir años es importante y es banal, en medio de esas dos posiciones existe una infinidad de posibilidades. Por lo menos eso explica la geometría de las ideas, una idea que uso constantemente y antes ya había explicado.

 Los cumpleaños son días que se puede aprovechar para convocar a los quereres o para llorar, porque ese que quieres que recuerde, no recuerda... Yo he festejado mis cumpleaños con ambos sentimientos: el que convoca y el que añora. Lo cierto es que nunca festejo mi cumpleaños el día que nací; los dioses dirían que mi nacimiento estuvo acompañado por días fastos. Me molesta además la moda astrológica que dicta destinos, no se diga de la obligación de convocar y aquella que obliga a recordar... Así, que le doy al momento su deseo de convocar o de aislarse, de ser recordado o de olvidar el mundanal ruido; de saberse amado por pocos o recibir toneladas de felicitaciones huecas y sinceras por Facebook. Algunos días, se deseo o se rechaza, todo al mismo tiempo... 

Este blog comparte las sombras de su dueño, no sabe si cumplió diez años, pero olvidó festejar durante la pandemia; si cumplió once años aunque no festejó, o si cumplió trece años, número cabalístico. No sabe si nació un día de octubre del 2009, un 26 de julio del 2011 o nació dos veces como el dios del teatro Dionisio. Lo único cierto es que este blog cumple un año más de vida y lo festeja con la devoción de Rumi...

Le dicen Rumi, originario de la tierra de Rum, al grandísimo poeta persa Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī. Nació en Balj, provincia del Gran Jorasán de Persia (hoy Afganistán) un 30 de septiembre de 1207, pero huyendo del terror mongol peregrinó por todas las ciudades del Islam: Jorasán, Bagdad, La Meca, Medina, Jerusalén, Alepo y Damasco. Finalmente su familia se estableció en Anatolia, tierra del Sultanato de Rüm de la dinastía de los turcos selyúcidas, en la ciudad de Konya donde vivió y murió, un diciembre 17 y 1273. Algún día, quizás, seguiré lso pasos de Rumi y recorreré las tierras que su devoción pisó

Al morir, sus seguidores fundaron la orden sufí de los Mehleví, los "Derviches Giróvagos", que meditan bailando, se mueven y girando sobre sí mismos, acompañados por flautas y tambores, se entregan al instante y acaban con la sed.

Un día, antes mucho antes de su muerte, estando muy lleno o muy vacío, Rumi se encontró con Shams-e-Tabrizi. Shams, el sufi errante, fue su espejo, su maestro y su amor. Un día Shams desapareció — dicen, que los discípulos celosos lo mataron— Rumi lo buscó, pero nunca lo encontró. 

Un día, antes mucho antes de su  muerte, lo dejó de buscar. Entendió que su búsqueda eran sus pasos devotos, que Shams era él y que él era Shams. En su hallazgo, creó el Sema, una danza sagrada, y con ella sus seguidores fundaron la orden de los Mehleví  (de la voz árabe mawlana, mevlana en turco) "nuestro maestro", sobrenombre de ar-Rumí.

Yo he leído mucho a Rumi, lo releo y lo busco. No he encontrado, pero con él entendí lo que significa la "sed de los peces", yo soy y he sido un pez con sed. Hace poco, mi amigo Germán —un místico moderno que habla de amor y que alguna vez en su vida confundió con el metal áureo— me llevó al desierto de Paracas en Perú. No sé si fueron nuestros recuerdos de adolescencia, cuando nacíamos en la consciencia; no sé si fue Perú o la poesía, pero allá en el desierto de Paracas entendí la omnipresencia de lo sagrado que canta Rumi. 

Lo experimenté en la arena que cabalga el viento, en el viento que mueve las dunas de arena, en el mar que mira la orilla y en las piedras arenosas que miran el horizonte del Pacífico. Ahí, junto a mi amigo Germán, escuchando la noche en el desierto, yo quise bailar como los planetas y bailé y por un instante dejé de tener sed. 

En este cumpleaños, décimo, onceavo o trigésimo tercero sigo siendo un pez con sed, sigo siendo Rumi en busca de Shams, en busca de mi capacidad de amar que se llevó la crianza y mi maternar.

 

Susurros de amor

El Amor susurra a mi oído:
“Es mejor ser presa que cazador.
Sé el Tonto mío.
¡Deja de ser el sol y se un grano de arena!
Reside junto a mi puerta como indigente.
no quieras ser vela, sé pollilla,
para que pruebes el sabor de la Vida
y conozcas el poder secreto del servicio.

: Rumi

 


 

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Rituales del caos: Seres y quipus en el desierto de Paracas

Rastros

Ciudades en el desierto
montañas nómadas
bosques fósiles
cementerios marinos
esqueletos pétreos
vientos de arena
tumbas paracas.
Bellezas de la muerte viva
y
nosotros, polvo frente al mar

: ZyanyaM



Seres y quipus en el desierto de Paracas

 

I seres

Decía Heródoto que más allá del desierto estaban los antropófagos; decía la gran cristiandad que después de Jerusalén, el desierto y más allá estaban los monstruos... a esa Ecumene se le olvida que, más allá del Atlántico, entre la cordillera de los Andes y el mar se encuentra el desierto del Pacífico. Al norte, el desierto de Sechura bordeado de cañaverales que cobijan el oro y la plata del señor de Sipán y de la dama de Cao; al sur el desierto de Atacama y al centro, junto a Lima la ciudad donde nunca llueve, Paracas.

            En el desierto de Paracas sólo hay costa mar y arena. En la costa, se cuentan historias de libertadores que desembarcaron en la bahía con sus bergantines y lucharon contra el Imperio español; también se habla de salitre y de guano, de guerras entre países hermanos que, sin saberlo, trabajaban para la preponderancia inglesa. En el mar, en cambio, los opuestos se entrelazan para dar vida. Un quipu de corrientes frías y cálidas fertilizan las aguas superficiales que convocan lo diverso: algas, peces, pingüinos, lobos y gatos marinos, tortugas y aves; abundantes y variadas aves que blanquean con su guano las islas. La arena que bordea la costa y todo ronda, que mira al mar y todo ve, cabalgando el aire en las cuatro direcciones, es dios.

            En el desierto de Paracas, los hombres y las mujeres somos nada y es tentador pensar que el dios arena en su omnipresencia es todo, pero no hay lugar para un dios único como cuentan los cristianos. Aquí, la arena se hermana con el dios viento que todo limpia y vuelve a delinear; con el dios sol que reverbera en las dunas coloradas, donde yacen tumbas y telares, y con la diosa luna que acompaña las estrellas de la vía láctea; con el inmortal cóndor que baja de las sierras y con los Seres que transitan en el desierto. Entre esos seres, los quipus de Alexandra Grau.


 

 

 

II Quipus

 

Los quipus de Alejandra Grau no hablan de censos ni de tributos, sino de historias humanas y modernas. Hablan de desechos orgánicos, de pedazos de palma que asemejan máscaras con cabellos; de fibras de palmera usadas como hilos, de troncos desecados que parecen huesos; de metales como el cobre que claman regresar a la tierra; de insectos y flores que tras morir o secarse transmutaron en tintes; de lanas camélidas y algodones que no fueron usados para la industria e incluso hablan de algunas telas sintéticas olvidadas. No son quipus para administrar u organizar un imperio, sino seres mitológicos. Intermediarios temporales, como los seres humanos, que caminan sus lanas con el viento y les gusta vestirse de arena.

 

: Zyanya Mariana

Agosto 26 y 2022 

 






 

 
   


lunes, 5 de septiembre de 2022

Exvoto Josefa Peres Maldonado, LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA



"Este monumento de su gratitud ofrece Da. Josefa Peres Maldonado al SSmõ. Chrísto de el Encíno, Venerado en su Iga. de Tríana. y âla SSma. Vírgen María de del Pueblo, para perpetua memoría del Benefícío que reconose â su píedad, en la operacíon, que se le hízo el día 29 de Abril de 1777 as. por el Sirujano Dn. Pedro Maillè cortandole el pecho con seís tumores de Cancro, que tenía en el, en precencía de los Sres. y Sras. que se manífíestan en este líenso. Habiendo cerrado perfectamente la llaga el dia 25 de Julio de 1777 le sobrevinieron otros accidentes de los que murio el dia 9 de 7ore. Biernes a la tres de la tarde con señales claras de el Patrocinio de esta Sagrada imagen y de su Salvacion."


  


Exvoto Josefa Peres Maldonado
Anónimo, Aguascalientes 1777
Davis Museum and Cultural Center de Massachusetts, Estados Unidos.

 

 

EXVOTOS

 

Yo amo los Exvotos, quizás porque son agradecimientos de los devotos por haber recibido una gracia o una merced a través de la fe. Son ofrecimientos y gratitudes que vienen de lejos, las encontramos en las primeras civilizaciones agrícolas tanto en Mesopotamia como Egipto, en China e India, en México y Perú. Los cristianos se las apropiaron, como todas las religiones que se imponen, y el nombre usado hoy para agradecer a los dioses proviene del latín “ex voto suscepto” que significa “de la promesa cumplida”.

                    A diferencia de las mandas del 11 y 12 de diciembre, cuando los devotos ofrecen comida y bebida caliente, en algunos casos danzas a la Virgen de Guadalupe, los exvotos son ofrendas que representan el milagro en colores. 
 

 
 
 

 

Aquí, uno particularísimo que muestra, con inusual franqueza, la primera masectomía en la Nueva España, dicen en América. Sorprende el historial del cáncer de mamá, ya era un problema en el siglo XVIII. 
El exvoto, fue parte de la colección de Diego Rivera y Frida Kahlo y posteriormente del poeta surrealista francés André Breton. ahora, por los movimientos de la vida, se encuentra en el Davis Museum and Cultural Center de del Wellesley College, en Wellesley (Massachusetts, EE.UU.).
Está dedicado al Señor del Encino que se venera en la comunidad de Yahualica en el Estado de Jalisco, y a la virgen del pueblo de la villa de Aguascalientes. Lo mando hacer Doña Josefa Peres Maldonado, a la edad de 41 años, en gratitud por sobrevivir a la especie de cirugía que le hiciera un médico francés, Pedro Maillé, para extirpar el seno con cáncer, en Aguascalientes en 1777.
El exvoto Peres Maldonado, representa a una mujer velada de los ojos, la rodean un franciscano que la sostiene y el médico cirujano que le corta el seno utilizando sólo un bisturí y tijeras. Otros religiosos y mujeres la acompañan. Su rostro representa calma y serenidad ante lo que debió implicar un enorme dolor. La acompañan varias imágenes religiosas.


 

Entre los dioses están el señor del encino, también conocido como el santísimo Cristo negro del encino, mencionado, y una virgen con niño en brazos que se parece Nuestra señora de Zapopan. No es de extrañar que las imágenes apelen a los santos de Jalisco, pues la personaja principal, la paciente Josefa Peres Maldonado y González de Hermosillo nació en 1736 en Cuquío, Jalisco (Nueva España).

Según los registros del padrón parroquial de Aguascalientes que hiciera el 30 de julio de 1770 el vicario juez eclesiástico de la villa, don Vicente Antonio Flores Alatorre, a solicitud del señor obispo de la ciudad de Guadalajara; ambos cónyuges están anotados como españoles. Sus padres fueron Domingo Peres Maldonado y Juana González de Hermosillo y Flores Alatorre. Contrajo matrimonio en la villa de Aguascalientes el 23 de abril de 1751 con el señor Nicolás Fernando Flores de la Torre González de Hermosillo, y de este matrimonio nacieron seis hijos (María Josefa,1756; Cosme Damián, 1758; María Josefa, 1761; Juan José, 1766-1854 que llegó a ser caballero de la orden de Guadalupe, diputado a Cortes por México en España, gobernador, presidente del Supremo Tribunal de Justicia y del Real Colegio de Abogados, y ministro plenipotenciario de justicia; José Félix, 1766-1854 y Nicolás Fernando. Seguramente eran una familia de renombre en la sociedad novohispana de la época, con raíces familiares importantes en la vecindad de los Altos de Jalisco; de donde proviene la familia de mi mamá.
 
SEÑOR DEL ENCINO
Santuario del Señor del encino, Ocotes de Moya, Mpio de Yahualica, Jalisco.
Su fiesta es el 27 de septiembre


 
Nuestra Señora de Zapopan, pintura al óleo de 1786, obra de Antonio A. Enríquez.
Se encuentra en la Basílica de Zapopan, Jalisco, México, un santuario franciscano de la rama de los observantes. Su fiesta es el 18 de diciembre