sábado, 27 de marzo de 2021

INDICE: POÉTICAS, PALABRAS Y TRÁNSITOS


ZyanyaM


no fui
                he sido
no soy
                ni seré
no importa
todos los yoes son sólo adornos

: Zyanya Mariana 
XII Tránsitos, MMXXI




Sin título 2, Osvaldo Guayasamín (1919-1999)


 INDICE:
POÉTICAS, PALABRAS Y TRÁNSITOS

 

LIBROS, POESÍA, PRESENTACIONES Y MÁS

 
 
 
 2023
AUDIOLIBRO
CUENTOS Y BOLLITOS PARA UNA HIJA




 
2020
TRÁNSITOS

















2017

CUENTOS Y BOLLITOS PARA UNA NIÑA






2017
UNA VOZ PARA LA LETRAS,

A 70 años de la escuela de letras, Universidad Iberoamericana








2013
LINAJES Y ANARQUÍAS






Presentación CADAC, octubre y 2013



Presentación UIA, octubre y 2013
Con el teólogo, José Juan Sainz; la directora del Departamento de Comunicación, Leticia Santos y la autora






2011
DE LAS COSAS QUE VIENEN DE LA NADA Y OTRAS INMEDIATECES






Jai Alai Magazine #8, 2012
University of Wynwood, Miami. FL
Traducciones al inglés de José A. Villar Portela,





Traducciones al inglés de José A. Villar Portela

De las cosas que vienen de la nada y otras inmediateces, 2010
From the things that come from the void and other inmediacies


NOTHING MORE I
Where am I between a thought and the next?
Where am I between my daughter and the emerging world?


Nada más I
¿Dónde estoy entre un pensamiento y el siguiente?
¿Dónde estoy entre mi hija y el mundo que aparece?
Zyanya Mariana




Presentación FERIA DEL LIBRO, febrero y 2012


Presentación CASA DEL POETA, marzo y 2011


Presentación UIA, febrero y 2011





Nada más II (Fragmento)
¿Debo esperar que el sosiego nazca de mi muerte
y acabe con la certeza mineral de mi cuerpo?
Sólo soy un presentimiento que quiere recordarse
nada más
Ni puta, ni voces, ni esposa
ni siquiera mujer madurada en el tacto de un hombre,
o  de muchos;
mujer, que valiente se resguarda en el quehacer del pan y de la casa;
amamantando la espera.
Soy lo que soy,
la de siempre,
la del pinche carácter de la chingada,
(la que presume su lugar en el quinto círculo de la montaña invertida),
la que muere cada día
y guarda en los cajones tristezas empolvadas;
como libros               
con flores secas, olvidos, y la envoltura del chocolate de ayer...

Zyanya Mariana
De las cosas que vienen de la nada y otras inmediateces, 2010

 


Del poemario

Regreso al silencio

EL CÁNTARO GOTEA  (Fragmento)

No hay camino…

Si buscas la luna eres luna
Si buscas la mesa y la tortilla eres mesa y tortilla de fiesta
Si buscas el amor eres amor
Recuerda, el cántaro gotea lo que lleva dentro
Zyanya Mariana





TALLERES LITERARIOS






FESTIVALES




PREMIO DOLORES CASTRO 2013


PREMIO NARRATIVA 
Concurso Dolores Castro (Mención)
BOLLITOS Y CUENTOS PARA UNA NIÑA






















Portada del libro
Narrativa y poesía escrita por mujeres, premio Dolores Castro 2013




Premiación en el marco del 3er Festival de la CD de Aguascalientes en su 438 años de su fundación












AGUASCALIENTES 2013


 
 
 
 
 
 























jueves, 18 de marzo de 2021

CONFERENCIAS 18: La inquietante utilidad de un monstruo inquietante: monstruos, miedo y violencia en la narrativa de la novela Tadeys

ZyanyaM 


La inquietante utilidad de un monstruo inquietante:

monstruos, miedo y violencia en la narrativa de la novela Tadeys




No pueden representarse a sí mismo, deben ser representados
: Carlos Marx, El deciocho Brumario


…reía el turco y lloraba la Cristiandad
: Osvaldo Lamborghini, Tadeys


se tocaron la boca y la barriga, tal vez para indicar que los muertos
también son alimento, o –pero esto acaso es demasiado sutil–
para que yo entendiera que todo lo que comemos es, a la larga, carne humana.
: Jorge Luis Borges, “El informe de Brodie”


Vespucio despierta «América» (grabado, 1638), Johannes Stradanus o van der Straat
La escena muestra a Americo Vespucci despertando a una indígena americana contra untransforndo de la flora y fauna americana, y algunos indígenas canibales en la distancia.






La inquietante utilidad de un monstruo inquietante:

monstruos, miedo y violencia en la narrativa de la novela Tadeys





V Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria
El monstruo que habitamos
Cartografías del cuerpo y la ciudad en la literatura contemporánea
Departamento de Letras, UIA
Ciudad de México, México
Abril 11, 12 y 13 del 2018



La bruja; el semita, judío o musulmán dependiendo el siglo; y el caníbal son los tres grandes enemigos, incorregibles y monstruosos, que recorren la cristiandad europea y aparecen como vislumbres, violentos imaginarios o figuras fantasmagóricas en la novela Tadeys[1], del poeta y escritor argentino Osvaldo Lamborghini. ¿Cómo llegaron hasta la novela, redactada en 1983 y publicada póstumamente, estos tres monstruos cristianos y occidentales? Seguramente, porque al decir occidental me refiero al proyecto político cultural que nace en el siglo XVI en la Europa cristiana, se difunde a partir de las estructuras coloniales, principalmente americanas, bajo el nombre de civilización, modernidad, Estados nacionales o literatura canónica —pienso en El mercader de Venecia, en Otelo y en La tempestad de Shakespeare donde aparecen estos monstruos—, y se prolonga hasta nuestros días en lo que llamaré el otoño civilizatorio, produciendo en el continente americano parodias; especies de revoluciones moleculares y estéticas como Tadeys (Deleuze).

¿Quienes son estos monstruos? Las brujas son aberraciones porque son deseantes y deseables. Su fe es menor, así explica a finales del siglo XV el tratado Malleus Maleficare (Martillo de las brujas) la etimología del término féminas aunque posiblemente sus raíces provengan del vocablo indoeuropeo dhe(i) que significa ‘amamantar’ o del verbo latino arcaico fevo que significa ‘producir un fruto’, en ambos casos comparte etimología con las palabras latinas fecundus, felix o filius. Independientemente de la etimología, las féminas son brujas porque son autónomas y sobretodo incorregibles. Sus deseos nocturnos convocan a Lucifer a quien le besan la mano izquierda, los pechos, los genitales y el ano; el osculum infame con el cual el diablo las controla (Jean Chevalier y Alain Gheerbrant). Las brujas se relacionan a los judíos a través de la palabra sabbat (Baroja 77-101). El término con minúscula se utiliza como sinónimo de aquelarre, reunión sexual de brujas, mientras que con mayúscula se refiere al Sabbat viernes sagrado y nocturno en la religión judía. Por otra parte, las brujas, los judíos y posteriormente los musulmanes serán acusados de brujería. Las primeras porque conocen de hierbas y producen ungüentos; los segundos, tanto judíos como musulmanes, porque heredan del mundo mediterráneo una larga tradición de conocimientos médicos acerca del cuerpo (Maahlouf). Por último, a los tres monstruos se les imputará el canibalismo, comen niños, y a los musulmanes en particular la incorregible sexualidad contranatura.

Incorregibles, siempre incorregibles, porque es imposible situarlos en medio de un aparato de corrección, una célula moral, jurídica o biológica alrededor del individuo y su cuerpo. Unos incorregiblemente monstruosos y otros simplemente monstruosos porque atentan a las leyes de la sociedad y a las leyes naturales. El monstruo inquieta por su inteligibilidad, porque es equívoco, porque es la respuesta espontánea y brutal de la contranaturaleza; por eso al violar la ley la deja sin voz. De ahí que la monstruosidad pueda calificarse de un acto jurídico biológico e incluso moral, pues combinan lo imposible y lo prohibido (Foucault 61-64).

Los monstruos son diferentes aún en sus formas equívocas y vagas. El primer monstruo cristiano aparece en Tadeys como vislumbre corporal. Es decir, cuerpos incompletos que no sabemos si son mujeres o seres amujerados; el segundo como estructura de un régimen político despótico de tintes orientales y orientalistas en los términos de imaginario que el escritor y teórico palestino Edward Said explicara en su ensayo Orientalismo (Said), y finalmente el tercer monstruo se enlaza con el misterio y el origen de las costumbres, las tradiciones y los rasgos brutales y enigmáticos del régimen político de la Comarca, lugar donde sucede la trama. Una especia de canibalia, utilizando el término que Carlos Jáuregui acuñara en su ensayo Canibalia. Canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina (Jáuregui).

Antes de convertirse en brujas o monstruos existen las niñas y las mujeres. Las niñas no aparecen en la Comarca ni siquiera como objeto prohibido y deseable: todo mundo “hasta el más palurdo de los ciudadanos sabe que no es punible, gracias a nuestras sabias leyes, la violación de una persona de sexo masculino, aunque se trate de un menor de edad” (Lamborghini 97). Más aún, existe un proyecto estatal llamado Minones, creado por dos ministros de Estado que sirve para amujerar a los hombres y crear damitas para todos los gustos de la pirámide social.

El proyecto puede explicarse de la siguiente manera: Los jóvenes se levantan en razzias, los que iban de violentos o tenían antecedentes se les enviaba sin miramientos al buque-cárcel, “a los demás se les soltaba, con una ligera reprimenda” (Lamborghini 76). Una vez llegados a bordo,

los bufas los sodomizan a granel, y mientras algunos conservan un resto de masculinidad durante cinco o seis días, otros, en veinticuatro horas se vuelven idólatras del miembro, la feminización se les convierte en un paraíso antes de pasar a la segunda fase del aprendizaje, la que se pensó para volverlos damitas (Lamborghini 80).

Las reglas en el buque eran muy claras, no se permitía que ejercieran la masculinidad sometiendo a otros convictos, ni siquiera en términos de homosexualidad pasiva. Todos eran hacinados y sodomizados públicamente; se les eliminaba el nombre llamándolos por número o por palabras que se consideran piropos callejeros vulgares; además se les recordaba con voz ronca, mientras les metían el dedo por el ano, que su cuerpo ya no les pertenecía “Espero que no te olvides, piba, desde hoy este es tu culo rendido a un hombre, es tu único órgano sexual” (Lamborghini 78). Así se convertían “todos, todas en mujeres, las más adorables, las más perfectas” (Lamborghini 80).

Se podría pensar que este proyecto estatal elimina la sexualidad de las mujeres y el deseo hacia ellas, por lo tanto la posibilidad monstruosa de que se conviertan en brujas. También se podría pensar que elimina la necesidad de violar a las niñas y a las mujeres, incluyendo los feminicidios. Se podría pensar, por último, que los monstruos son los amujerados, los que mezclan dos cuerpos en una sola cabeza de nena, de preciosa muñeca, de frágil flor, de damita deliciosa que suelta lagrimitas porque no puede casarse de blanco. Es decir, “mujeres de verdad y no la verdad estúpida de la mujer” (Lamborghini 20), pero no lo son.

En la Comarca no hay brujas y el sometimiento de las mujeres vía la violencia no pasa por el deseo carnal; en realidad nunca lo hace. Por el contrario, las mujeres aunque escasas aparecen como cuerpos incompletos y sometidos a la ley. En el capítulo 1 —de los tres canónicos que componen la novela sin contar los innumerables borradores y pies de página—, aparecen Valeta y Joncha, esposa e hija del cabrero Rete Kab. Se les describe manipuladas por las radionovelas y amedrentadas por el látigo: “a la puta que desobedece es preciso ahora y siempre, con el látigo del marido reventar” (Lamborghini 26). Una costumbre, “tabernaria y ancestral”, indica que “los argumentos feminoides y disparatados de las mujeres” así como “el derecho femenino a la testarudez concluía cuando a la mujer el hombre se veía, bajo testigo, obligado a azotar” (Lamborghini 27). La matriz de su incompletud radica en la falta de voluntad, de vagina y ano deseables; en la falta del deseo del otro. No las tocan ni como tentempié “ni un tenteconchas gastaba con ella” (Lamborghini 22), sólo les interesan los hombres, el escarceo apasionado con el ano e incluso la posibilidad prometida en un bar: “Vení, vamos detrás de la arboleda, si el esfínter te lo pide, vení, barquito, hoy te cargaremos carne por la popa” (Lamborghini 18); y van gozosos los hombres detrás de la promesa aunque termine en atraco.

Las mujeres están incompletas, incluso las putas y sus “casas de putas” entrecomilladas están incompletas —quien entrecomilla es el mismo Lamborghini—. Y es que los beodos provincianos no usan a las putas para olvidar sus delirios donde “serpientes y funcionarios [vejan] niños antes de estrangularlos con la piel de esos ofidios” (Lamborghini 22). No, para olvidar beben Gomsterffi la bebida exclusiva para hombres; en cambio para consolarse a los beodos provincianos

les gustaba ir a la “Casa de putas” nada más que para vaciar la tripa con unos vómitos y unos ventoseos y lanzarse a un extraño vicio que sólo los lugareños entienden: colgarla boca abajo a la madama y patearle de taquito el vientre (exquisito) pero un poco blando ya, a la manteca.” (Lamborghini 18)

Vientre blando como el de las madres y a la manteca como las medias lunas que se desayunan tradicionalmente en argentina. Y es que las mujeres para conservar el estatuto de hembra, de fémina sin atentar la ley social y biológica que las convertiría en monstruos, deben mantenerse en la función maternal cuidando de hombres-hijos borrachos a los que hay que alimentar y nunca delatar. Esta última tarea la cumple la madama, amante del comisario, que jamás denuncia a los que “prometen coger [te] (perdóname la confianza) y luego el ano te lo [dejan] seco” (Lamborghini 19)[2]. Madres nutricias, comprensivas y sobretodo productivas; sacralización económica de la mujer porque desde el siglo XIX la mercantilización del sistema indica que la fuerza de una nación está ligada al tamaño de su población (Foucault 76), como en el caso de las hembras tadeys.

Los tadeys son animales con inquietante parecido a los seres humanos, las hembras no tienen mamás “y la vulva [es] un tajo enorme” (Lamborghini 189-190), sólo se diferencian de los machos porque carecen de miembro viril. Socialmente, dentro de la manada, no cuentan para nada “ni siquiera se les permitía ir a buscar agua o cocinar” (Lamborghini 193). Sin embargo, gracias a un periodo corto de gestación de tres meses y a una regla estricta de la manada, son prolíficas dentro del territorio de la Comarca, el único lugar donde pueden reproducirse. Su pasión por engendrar no impide copular sólo de noche, pues “a la hembra le pertenece la exclusividad de la sombra”, en cambio durante el día los tadeys son fanáticos sodomitas (Lamborghini 194-196).

Algo parecido, pero ligeramente invertido, acostumbran algunos padres de familia, como Rete Kab. Durante el día trabajan “con tesón e inteligencia para que los suyos [su mujer y su hija] no [terminen] en la miseria” (Lamborghini 21) y por las noches en el establo sodomizan a un niño. La relación absolutamente jerárquica era una especie de bardaje, de niño-esclavo al servicio del déspota “Poné el orto y cerrá el pico” (Lamborghini 28). El niño, a la usanza del harem[3] persa, aceptaba la penetración y el chorro de semen transformando su ano engrasado en destino de “hembra ser” (Lamborghini 28). Como el Estado en el buque-cárcel, el padre de familia amujera a través del ano a los que se creen hombres.

La comparación con el harem persa o el uso de la palabra déspota, no son casuales. Desde la primera página el narrador se pregunta si los problemas familiares de Rete Kab, boyerito incluido, no estarán vinculados a la posesión de un harem particular (Lamborghini 17). Más adelante en el apartado “Tadeys o muerte” —que no forma parte de los capítulos canónicos—, unos ricos taddís (“con acento agudo y doble d [que] en la Comarca significa siempre enfermedad y degeneración: lo peyorativo por excelencia” (Lamborghini 369), con amaneramientos iguales “de los maricas de todo el mundo”, platican acerca de los gozos del harem y halaban el gusto exquisito de otro taddí que provee de ropita para los serallos (Lamborghini 369).

Si el establo de Rete Kab es un harem particular, un espacio doméstico, un microcosmos del déspota padre de familia, el buque-cárcel es la estructura social del Estado despótico o la estructura social del segundo monstruo que aparece en Tadeys: el orientalismo y sus perversiones. Recordemos que Aristóteles distingue cuatro tipos de poder: los que pertenecen a la esfera pública: el poder del magistrado y el del rey, y los otros dos que pertenecen a la esfera doméstica: el poder del padre de familia y el del amo (despotés en griego). El padre de familia también es un déspota pues en su casa no sólo viven mujer e hijos sino esclavos, por eso debe ser muy cuidadoso de no confundir los poderes del padre de familia con los del amo; costumbre propia de bárbaros quienes sólo conocen un tipo de poder, el despótico (Aristóteles I, i-ii). Para Aristóteles la palabra despótico, sólo puede aplicarse a la esfera de lo público, sólo los bárbaros que no conocen formas elevadas de organización política la aplican para todo sin discernimiento (Arias 129). Siguiendo a Aristóteles, los viajeros occidentales afirmarán que el clima cálido, la pereza y la lascivia de los pueblos asiáticos conducen a la carnalidad, a políticas de Estado donde se prefiere el sexo a la vida, pero no hablamos de cualquier tipo de sexualidad sino de aquella que amujera a la sociedad, es decir:

la sociedad despótica se presenta como una cadena de déspotas domésticos (los hombres) que reinan con poder absoluto sobre su pequeño pueblo (las mujeres). Pero por otro, esos hombres mismos, frente a lo Único no son nada: se anulan ante su ley, y adoran su persona […] En la cual se muestran mujeres: por otra parte es a lo que los destina el clima de Asia, que da a los hombres todos los rasgos que caracterizan, en Europa, a la femineidad. (Arias 132)

Esta cita explica el sometimiento como estructura de afeminamiento que subyace en el despotismo oriental, particularmente en el sistema turco, contextualiza no sólo los celos salvajes de Otelo (Shakespeare, Otelo), el moro que, según Iago, habla y ama de forma degradada sino lo que sucede en La Comarca.

Este vasto territorio, gobernado por la familia Vomir, comparte frontera y algunas costumbres, como el pantalón abombachado, con Turquía. Dada la cercanía geográfica de las posiciones otomanas con la capital Goms-Lomes, en la llamada Edad Media, seguramente otras infiltraciones más profundas y peligrosas existen; por ejemplo el gusto por el harem, el ano y el poder despótico. En efecto, muchos son llamados déspotas en la Comarca: “Pequeños déspotas degenerados” son los niños que se burlan del protagonista Seer Tijuán; como “déspota demente” se describe a el viejo Bouquert que prohibía el contacto entre hombres y mujeres, obligándolas a embarazarse de extranjeros (Lamborghini 326); déspotas son Emorebe Ky y la hiena Jones que inventaron el buque-cárcel y déspota es el cabrero Kab a quien el boyerito le dice amo. En la Comarca lo público y lo privado se someten a un solo tipo de poder el del amo, el despotés que según la tradición orientalista no conoce otra ciencia más que la de “saber gozar”, tal como lo demostrara el gran Inkle II, rey de Goms-Lomes, quién proyectó la construcción de prostíbulos en los cuatro puntos cardinales de la ciudad y que llamaría ”Goces del sur, Goces del norte, Goces del este y Goces del oeste” (Lamborghini 179). ¿Cómo se infiltró el harem y el déspota en la saga taydesiana?

En una carta de 1983 destinada a César Aira, Osvaldo Lamborghini calificaba de “absolutamente recomendable” la obra La estructura del serallo. La ficción del despotismo asiático en el Occidente clásico[4]: “En serio vale la pena. Si no lo conseguís avisame. Te lo mando” (Strafacce 751). A partir del análisis de un corpus de relatos de viajes a oriente, el filósofo francés Alain de Grosrichard intentaba, con su publicación en 1979, poner en evidencia la estructura del poder despótico; no como era en realidad, sino tal como había sido imaginado por los hombres ilustrados y bien pensantes de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. El libro fue traducido y publicado en Barcelona en 1981, llegando a manos de Lamborghini. Por esos días ocupaba al escritor exiliado, justamente en Barcelona, la redacción de un texto extraño dentro de su obra. Es decir, extrañamente articulado en términos de narrativa y transparencia semántica, un texto donde el restringido lenguaje-cuerpo que utiliza en otros textos como los Sebregondis se abre a la geografía de un mundo ficcional: El Imperio de la Comarca o LacOmar. En 1994, Aira publicaría este texto “inusitadamente cohesivo” bajo el título Tadeys (Arias 126-128).

Hemos visto entonces que los dos primeros monstruos la mujer y el semita, en este caso turco musulmán, se cohesionan en el texto gracias a la ficción, hecha por los viajeros occidentales, del poder despótico oriental. Sus cuerpos incompletos o amujerados y sobretodo su ano se convierten en un depósito de metáforas que sirven para dramatizar el texto social y político. ¿Cómo se integra a ellos el caníbal, el tercer monstruo de la cristiandad occidental?

La palabra caníbal es uno de los primeros neologismos que produce la expansión europea (Jáuregui 13). Proviene del término caríbal y esta de caribe, palabra taína que significa “gente fuerte”. Desde los primeros relatos de Colón y Américo Vespucio, las prácticas antropofágicas distinguirán a los habitantes del Nuevo Mundo produciendo un vínculo semántico entre América y canibalismo. En realidad, antes que caníbales, en las alegorías del siglo XVI de Cesare Ripa (“América” 1593, 1611) hasta las de Giulio Ferrario (Il costume antico e moderno, Milán 1820) en el XIX —se representaron mujeres desnudas con ornamentos de plumas, armadas con arco y flecha y rodeadas de una naturaleza exótica plagada de animales gigantescos y extraños; generalmente a sus pies yacían cabezas humanas símbolo de la antropofagia y la resistencia. Proyectaban los grabados una suerte de canibalia (Jáuregui 19-22). Como antes la bruja, la canibalesa deseada se convierte en máquina deseante, en la figuración del apetito ilegitimo del otro y en el límite del apetito colonial. Rápidamente, la conquista produjo una tautología entre caníbal y cuerpo salvaje y de ello se derivó un silogismo falaz: los salvajes son feos, los caníbales son salvajes, los caníbales son feos. Esta falacia la reitera el padre Maker en su encuentro por primera vez con los tadeys:

¿Qué o quién era eso?, se preguntó Maker. “Un hombre en estado salvaje”, se dijo. No, pues el ser que había aparecido, cuyo cuerpo era semejante al de un niño de trece años, tenía la cara (horrible, abominable casi de tan fea) completamente arrugada, aureolada, para su propia –Maker– irrisión, de un círculo monjil de pelo albino. Sólo allí tenía pelo. Como si se depilara (absurdo), ni uno solo más se veía en el resto del cuerpo. Pensó: “Un mono lampiño”, y se sintió completamente estúpido: “Mono lampiño” era una contradicción en los términos. (Lamborghini 187)

Hablamos de un Otro, un salvaje, un feo, un mono lampiño, “un monstruo con cara de perro” exclaman los náufragos europeos señalando a Calibán (Shakespeare, Tempestad 127), un tadey. Sin embargo, lejos de encontrar un sosiego semántico en la fealdad la palabra caníbal se transfigura, como analiza Carlos Jáuregui en la historia cultural latinoamericana, en una retórica más vinculada al pensar e imaginar que al comer (Jáuregui). Calibán no piensa, no tiene saberes en cambio Próspero, príncipe de Milán sabe:

Me apiadé de ti y me molesté

en hacerte hablar. A cada instante te enseñaba

una cosa u otra.

Cuando en estado salvaje no entendías tú

lo que querías decir, sino que parloteabas

como el peor de los brutos, fui yo

quien prestó palabras a tus propósitos

para que al fin pudieran expresarse. (Shakespeare, Tempestad 79)

Lo mismo dice Borges al referirse a los Yahoos:

"...de la región que infestan los hombres monos (Apemen) tienen su morada los Mlch, que llamaré Yahoos, para que mis lectores no olviden su naturaleza bestial y porque una precisa transliteración es casi imposible, dada la ausencia de vocales en su áspero lenguaje.” (Borges 451)

Lamborghini, por su parte, en boca del padre Maker reitera la carencia de lenguaje de los los tadeys que sólo poseen gruñidos:

Aquel ser no era hombre, arriesgó, luego de hablarle en varias lenguas, incomprensibles para Tadey — así lo había bautizado porque además de la versión literal de tadey, era el gruñido que más repetía al mirarle, fascinado, el miembro (Lamborghini 187)

Lascivos, canibales, feos y carentes de lenguaje, así un tropo erótico en su origen deviene un panóptico cultural que divide salvajes de civilizados. Una especie de cartografía jurídica que legitima el derecho de conquista del otro. Aunque canibalia parezca sumar todas las monstruosidades cristianas (antropofagia, sodomía, incesto, agresividad sexual femenina), en realidad comparte con la ficción orientalista, no un discurso de verdad sino un signo del poder atlántico-europeo (Said 301-302) y una metáfora cultural de una Latinoamérica dividida; Ariel colabora mientras que Calibán intenta resistirse.

Lo curioso, es que a pesar de la semántica tradicional de los caníbales o de los vampiros de La cautiva de Echeverría, los tadeys de Lamborghini son seres dóciles, sumisos y entregados por el goce que aporta al ano. Se cogen y se comen entre ellos pero también se dejan coger y comer:

Sin mayores dificultades se podía distinguir al tadey principal (…) [gozaba del privilegio] de tadearse a quien quisiera y en el mismo instante en que se le antojaba. Tadearse (a Maker le debemos la comprensión del gruñido), aun cuando el hoyuelo de su deseo estuviera ocupado por otro, y lo mismo cuando sus ganas lo llevaban (para el elegido, un gran honor) a furiosamente hacerse tadear. (Lamborghini 194).

Dóciles, tan dóciles son los tadeys que se deslizan en el yo de los civilizados. Se dejan coger pero al penetrarlos desaparece el norte ilustrado, constelación que funda la patria Argentina. Se dejan comer pero al comerlos aparece la “monstruosa” coincidencia entre el manejo de una estancia y el funcionamiento del Estado (Gamerro 34). Así lo particular americano, la orilla borgeana en la saga taydesiana no se inserta a lo universal europeo, como una isla atada a Europa y EU, sino a lo oriental, a lo asiático y despótico.

Como antes lo hiciera Celan con la cultura occidental: “Leche negra del alba te bebemos de noche/ te bebemos al mediodía la muerte es un amo de Alemania/ (…) su ojo es azul” (Celan 81), Lamborghini denuncia el occidentalismo periférico y la esquizofrenia cultural (Jáuregui 53). Esquizofrenia latinoamericana que anuda en un solo cuerpo, en un solo Estado nacional, disolución y apropiación, mismisidad y otredad, el acto de comer y ser comido. Si Shylok, como los cerdos, morirá en los campos de exterminio; Calibán, como el ganado, morirá en la ESMA.



Zyanya Mariana

Abril y 2018







Referencias biblio-hemerográficas



Arias, Martín. «Una novela de oriente: Tadeys y la ficción despótica.» Edición y prólogo Silvana López. Libertella/Lamborghini. La escritura/límite. Buenos Aires: Corregidor, 2016. 125-149.

Aristóteles. La política. Trad. Antonio Gómez Robledo. México: Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, 2000.

Baroja, Julio Pio. Magia y brujería. San Sebastián: Txertoa, 1987

Borges, Jorge Luis. Borges, Jorge Luis. Obras completas, Vol. I, II y III, Buenos Aires: Emecé, 1989

---. El informe Brodie. Vol. II, Obras completas, Buenos Aires: Emecé, 1989: 451-456.

Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos. Barcelona: Editorial Herder, 1986.

Celan, Paul. Amapola y memoria. Trad. Jesús Munárriz. Madrid: Hiperión, 1996.

Colectivo, Mosca de colores. Diccionario gay español. Mosca de colores.com. <http://www.moscasdecolores.com/es/diccionario-gay/espanol/1078-bardaje>. (Consultada abril 6, 2018).

Deleuze, Gilles y Felix Guattari. Mille Plateaux, Capitalisme et schizophrénie. Paris: Les éditions de Minuit, 1980.

Echeverría, Esteban. La cautiva. Biblioteca virtual universal, 2003.PDF.

---. El matadero. Editado por el aleph.com

http://bibliotecadigital.educ.ar/uploads/contents/EstebanEcheverra-Elmatadero0.pdf

(Consultada abril 13, 2016).

Foucault, Michel. Los anormales: Curso en el collège de France (1974-1975). Trad. Horacio Pons. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.

Gamerro, Carlos. Facundo o Martín Fierro. Buenos Aires: Sudamericana, 2015.

Jáuregui, Carlos. Canibalia. Canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina. Madrid: Iberoamericana, 2008.

Lamborghini, Osvaldo. Tadeys. Buenos Aires: Random House Mondadori, 2012.

Maahlouf, Amin. Las cruzadas vistas por los árabes. Trad. María Teresa Gallego y María Isabel Reverte. Barcelona: Ediciones Altaya, 1996.

Said, Edward. Orientalismo. Trad. María Luisa Fuentes, Madrid: Libertarias, 1990.

Shakespeare, William. La tempestad. Trad. Enriqueta González Padilla. México: Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 1996.

---. Otelo, el moro de Venecia. Trad. Jose mendez Herrera. 1976: Aguilar, 1976.

Strafacce, Ricardo. Osvaldo Lamborghini, una biografía. Buenos Aires: Mansalva, 2008.






[1] Todas las citas de la novela Tadeys pertenecen a la edición de Mondadori 2012


[2] “prometen cogerte (perdóname la confianza) y luego el ano te lo dejaron seco”


[3] En México se usa la grafía harem mientras que en argentina se usa harén, ambos son aceptados. Para evitar confusiones usaré la grafía harem incluso en las citas.


[4] Structure du sérail. La fiction du despotisme asiatique dans l`Occident classique (segunda mitad del siglo XVII)