miércoles, 14 de febrero de 2024

57.- Antología poética, Dos textos latinoamericanos alrededor de la Mujer de Lot

Sólo quiero morir en mi tierra,
Que me entierren en ella,
Fundirme y desvanecerme en su fertilidad
Para resucitar siendo hierba en mi tierra,
Resucitar siendo flor
Que deshoje un niño crecido

: Fadwa Tuqan
(Fragmento de Sólo quiero estar en su seno
Perteneciente al poemario: La noche y los jinetes, 1969)
(trad: MARÍA LUISA PRIETO




"Una tribu convertida en columnas de sal por mirar atrás..."
Cordillera de la sal, desierto de Atacama, Chile



Cuenta el libro del Genésis que Edith, la mujer de Lot, se convirtió en estatua de sal. Sodoma y Gomorra en llamas, los ángeles le dijeron a Lot: "¡Huye por tu vida! No miren detrás de sí ni se detengan en ningún lugar de la llanura; huye a las colinas, no sea que sean arrastrados". Mientras huían, la esposa de Lot se volvió para mirar hacia atrás y se convirtió en una columna de sal. Muchas son las historias que este gesto ha provocado; a veces lo atribuyen a un amante, a una mirada de melancolía, a un gesto de libertad. Antes, en este espacio, presentamos cuatro variaciones del mismo tema, cuatro poetas de diferentes latitudes (Wislawa Szymborska, Anna Ajmátova, Amalia Bautista y un fragmento de un relato propio inédito, la mujer que amaba los insectos). Ahora presentamos la versión que del mito hace la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979) y el nicaragüense Carlos Martínez Rivas (1924-1998). 

 




I

Juana de Ibarbourou


Cual la mujer de Lot


Un perfume de amor me acompañaba.
Volvía hacia la aldea de la cita,
bajo la paz suprema e infinita
que el ocaso en el campo destilaba.


En mis labios ardientes aleteaba
la caricia final, pura y bendita,
y era como una alegre Sulamita
que a su lar, entre trigos regresaba.


Y al llegar a un recodo del camino
tras el cual queda oculto ya el molino,
el puente y la represa bullidora,


volví atrás la cabeza un breve instante,
y bajo el tilo en flor, ¡vi a mi amante
que besaba en la sien a una pastora!



II
Carlos Martínez Rivas*

 
Beso para la mujer Lot

"y su mujer, habiendo vuelto la
vista atrás, trocóse en columna de sal".
Génesis, XIX, 26.


Dime tú algo más.

¿Quién fue ese amante que burló al bueno de Lot
y quedó sepultado bajo el arco
caído y la ceniza? ¿Qué
dardo te traspasó certero, cuando oíste
a los dos ángeles
recitando la preciosa nueva del perdón
para Lot y los suyos?

¿Enmudeciste pálida, suprimida; o fuiste
de aposento en aposento, fingiéndole
un rostro al regocijo de los justos y la prisa
de las sirvientas, sudorosas y limitadas?

Fue después que se hizo más difícil fingir.

Cuando marchabas detrás de todos,
remolona, tardía. Escuchando
a lo lejos el silbido y el trueno, mientras
el aire del castigo
ya rozaba tu suelta cabellera entrecana.

Y te volviste.

Extraño era, en la noche, esa parte
abierta del cielo chisporroteando.
Casi alegre el espanto. Cohetes sobre Sodoma.
Oro y carmesí cayendo
sobre la quilla de la ciudad a pique.

Hacia allá partían como flechas tus miradas,
buscando... Y tal vez lo viste. Porque el ojo
de la mujer reconoce a su rey
aun cuando las naciones tiemblen y los cielos
lluevan fuego.

Toda la noche, ante tu cabeza cerrada
de estatua, llovió azufre y fuego sobre Sodoma
y Gomorra. Al alba, con el sol, la humareda
subía de la tierra como el vaho de un horno.

Así colmaste la copa de la iniquidad.
Sobrepasando el castigo.
Usurpándolo a fuerza de desborde.

Era preciso hundirse, con el ídolo
estúpido y dorado, con los dátiles,
el decacordio
y el ramito con hojas de cilantro.

¡Para no renacer!
Para que todo duerma, reducido a perpetuo
montón de ceniza. Sin que surja
de allí ningún Fénix aventajado.

Si todo pasó así, Señora, y yo
he acertado contigo, eso no lo sabremos.

Pero una estatua de sal no es una Musa inoportuna.

Una esbelta reunión de minúsculas
entidades de sal corrosiva,
es cristaloides. Acetato. Aristas
de expresión genuina. Y no la riente
colina aderezada por los ángeles.

La sospechosamente siempre verdeante Söar
con el blanco y senil Lot, y las dos chicas
núbiles, delicadas y puercas.


: Carlos Martínez Rivas

 

*El poema me lo sugirió el poeta Nicaragüense Franz Torres Hernández, mi gratitud

 

Antología poética, Cuatro textos alrededor de la Mujer de Lot






lunes, 12 de febrero de 2024

Cine: Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos

 
    


Pobres criaturas,
Yorgos Lanthimos
guión Tony McNamara
Ireland, United Kingdom, United States 2023



No hay pensamientos peligrosos.
Pensar, en sí mismo, es peligroso

: Hannah Arendt


Híjole... a mí me encantó la película "Pobres criaturas" ("Poor things", 2023). Inicio mi nota con un 'híjole', porque he escuchado muchas críticas de parte de las "feministas abolicionistas". Estoy de acuerdo: ¡hay que eliminar la prostitución capitalista!, pero también quisiera eliminar la industria alimenticia, nuestra forma de vida consumista, detener el genocidio en Gaza y otros males que el capitalismo (individualista, colonial y judeocristiano) ha generado.
    El cine no se salva de las críticas capitalistas, ni el arte, ni los artistas. Cabría preguntarnos, ¿cómo hemos llegado a un sistema donde ocho billonarios, entre ellos los dueños de la industria armamentista, ganan lo mismo que la mitad del planeta; donde 8 personas, dueños de la tierra y el agua, merman diariamente la dignidad de 4 mil millones de seres humanos? Mientras tanto, antes de que se acabe el agua en la ciudad de México, antes de que vuelva a llorar por el holocausto palestino, me gustaría hablar de la última película de Yorgos Lanthimos.
    Lanthimos es un director griego singular, su primera película "Langosta" 2015, lo anunció. Poco se sabe de su inicio con "Canino" 2009; o el film poco comercial "El sacrificio del ciervo sagrado" 2017, pero indudablemente la película "La favorita" 2018 lo catapultó. En el caso de Pobres criaturas, el director apuesta por un cuento fabuloso. La fábula sucede en un tiempo ficticio donde confluyen elementos victorianos del siglo XIX, con coches voladores, que se mezclan en escenarios teatrales. Escrita en tono de farsa, con imágenes distópicas (vestidos imposibles, animales quiméricos) y excesos estéticos que aparecen en casi toda la filmografía del director, la película es una metáfora que usa lo absurdo como una crítica feroz a los varones y sus debilidades. La verdad, me reí muchísimo en varias escenas de ese mundo que no es ni pasado ni futuro... sino un tiempo de lo humano y existencial... 
    Quizás porque está basada en la novela homónima, y premiada, del escritor escocés Alasdair Gray (1992), los personajes están planteados como arquetipos y resuena en la historia el viaje de Ulises y la epopeya de Gilgamesh. Cuatro son los grandes arquetipos que rodean a Bella Baxter, la diosa madre: El sensual que desea ser deseado, el melancólico que está roto y mira las fisuras del mundo; el impune que goza con el dolor de los demás y el inventor, un niño carente de afectos.
    Este último arquetipo es estructural en la película. Godwin Baxter (William Defoe) y su discípulo Max McCandless (Ramy Youssef) aparecen como niños que tienen el afán de entender el mundo y su dolor... lo que encuentran es rechazo e incomprensión. En el caso de Defoe, el rechazo viene de origen, han experimentado con él y es incapaz de deleitarse a través de los sentidos. Ni comer, ni cagar, ni coger son placeres, de ahí que su relación con Bella Baxter sea paternal. Él se considera el padre que le dió la vida, como un dios creador y criador, pero no la hizo, insiste... él, padre creador, es independiente de la evolución de Bella y sus decisiones. Un apunte existencial, entre otros, que atraviesa toda la película.
    A estos cuatro arquetipos, se le suman un grupo de hombres comunes y anónimos que van al burdel de Mme Swiney. Una especie de sacerdotisa vieja, un dragón que muerde y cuida la vida (un bebé). Ella dirige a un grupo de prostitutas que recuerdan la prostitución sagrada en Babilonia, donde los niños se transformaban en varones y los salvajes, como Enkidu, en civilizados (Gilgamesh). Bella, en tanto prostituta sagrada, transforma la soledad de los hombres en juego. A diferencia de las mujeres del burdel, los hombres son una tribu de locos solitarios en busca de madres y/o mujeres fuertes... Todos están existencialmente solos y adoloridos, por ello buscan en Bella Baxter, o en la prostituta, consuelo.
    Ella, Bella Baxter, una inolvidable Emma Stone, es el arquetipo de la diosa madre. En el origen, es una niña berrinchuda (otra vez Gilgamesh), llena de curiosidad y perversidad infantil. “Solo a los muertos, Bella”, le dice su padre científico, cuando le deja usar en los cadáveres el bisturí. La resucitada, la frankestein mujer, crece en casa de su padre God (al inicio no puede pronunciar Godwin), el cirujano Godwin Baxter (Willem Dafoe), entre animales fantásticos (patos con cuerpo de cabra, perros gansos y gallinas perro...) y cadáveres. En su encierro se despiertan las hormonas; en el viaje, descubre su cuerpo con un hombre y más tarde en el burdel con muchos. Una alegoría de que lo revolucionario pasa por el cuerpo y lo colectivo. Creciendo va haciéndose dueña de sí misma y de su reino; su mundo en blanco y negro se colorea.
    El “brincoteo furioso” que en sus inicios era una totalidad, se va deslavando con la melancolía de un fado, la lectura, la filosofía y las injusticias del mundo: En una Alejandría mítica escuchará los gritos de las madres frente a los cadáveres de sus hijos. Transformada, enlazará en su psiquis el deseo y el miedo de la vida; la impotencia y la reafirnación de la existencia. Como en el caso de Ulises, el viaje hacia sí misma, inicia con la salida de casa. Recorre el mundo sin que nadie, ni nada, la detenga o reprima. Finalmente, el burdel y el uso del cuerpo como herramienta (y no como el tabú al que nos han acostumbrado las películas románticas norteamericanas) le permite entender la soledad y locura de la condición humana (desnuda y sin ropas).
    La película puede leerse como una metáfora del viaje psíquico hacia la madurez. En ese viaje mental no existen ni las enfermedades venéreas, ni el embarazo, ni la brutalidad de la explotación del trabajo sexual. El suceder del personaje puede leerse también como un tránsito. Todo es transitorio, el sexo, el dolor, el juego, menos el afecto que uno conserva por el CRIADOR y los gestos de infancia. Dice la poeta Louise Glück que "Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria". Así para Bella.
    En la película, la crianza aparece como el hilo que guían el amor y la comprensión. Como la nana de Ulises que reconoce al criado a pesar de las ropas de cambio que el viaje le ha regalado, quien ha criado a Bella, espera el regreso de la criatura transformada por la aventura. La reconoce a primera vista, a pesar de los cambios, y se llena de orgullo al comprobar que origen no es destino. Es nuestro viaje, nuestras decisiones y el gesto cotidiano los que marcan nuestro devenir. La película parecería terminar con el regreso, pero como en el caso de Ulises, el viaje terminará hasta que la viajera venza al pretendiente usurpador, su antiguo marido y reconstruya un nuevo orden basado en las enseñanzas de su creador-criador de oficio científico.