jueves, 1 de julio de 2021

DISQUISICIONES ALREDEDOR DE LA PANDEMIA II

 

Desde la tierra y más allá del sol, Venus es el planeta más brillante.
En la imagen el segundo objeto más brillante es Jupiter


DISQUISICIONES ALREDEDOR DE LA PANDEMIA II

La escritora canadiense, Margaret Atwood, recientemente afirmó que se van a empezar a crear historias de mundos posibles, Utopías de aquí y de allá; las necesitamos. 
Estamos ante un fin de era. Ya el tono de parodia de la literatura y el arte nos lo habían anunciado. Se viene la utopía, la épica y el ciclo de volver a empezar en búsqueda de sentido y organización social... Así será, hasta que alguien o algo monopolice lo simbólico. Mientras tanto aparecerán ficciones para salir de nuestra forma destructiva de amarnos los unos a los otros. Salir del tiempo de la ira que nos rodea.


El paradigma agrícola Mesopotámico y su religiosidad total está de moda, la llamamos astrología y hoy es más importante que el monoteísmo urbano y laico. Las religiones tienen el mismo destino que los seres humanos: nacer, desarrollarse y morir. De hecho, no importa el tótem que elijamos, su verdad no radica en su historicidad sino en el sentido que aporta a la existencia. 


Para los Objibwa, que viven al sur de Canadá y al norte de los EU alrededor de los grandes lagos, para hablar de historias y de espíritu utilizan la voz Adizokan. La lengua Objiwa sabe que historia y espíritu son una misma cosa. Saben que todo tiene espíritu, los seres y los cielos, los animales, los árboles en su quietud, los ríos y los grandes lagos como mar y, por supuesto, nuestras hermanas las piedras. Saben también que la vida son cuentos y tortillas. Maíz para alimentarnos y cuentos para curar las heridas que implica llevar tortillas a la mesa.


El tiempo no es lineal, como lo afirma el científico italiano Carlo Rovelli, muchos tiempos conviven en un mismo instante y el futuro está en el presente. Pero somos incapaces de verlo porque nos aferramos al pasado, a lo conocido que es medianamente controlable. Creer que alguien malo muy malo controla todo es, al fin y al cabo, una necesidad de control y un miedo a la posibilidad del caos.


En tanto maestro, me tocó vacunarme la semana pasada, un jueves para ser exactos. Me equivoqué de lugar, como siempre me sucede, y llegué tarde a la cita. Mucho tráfico para llegar a las nuevas instalaciones del ITAM y su gran estacionamiento techado. El tráfico lo hacíamos los que íbamos a vacunarnos y sobre todo aquellos que querían vacunarse sin salir de su coche. Me sentía culpable por llegar tarde... un montón de chavos me recibieron con perdón y chorcha a mis reiteradas disculpas, me iban a poner a hacer una plana "no debo de llegar tarde" como sus maestras de primaria hacían con ellos. Fueron generosos en sus gestos, me dieron un cartoncito pintado de verde, como el de las fiestas de pueblo. Yo ya sabía que la organización para la vacuna, elegida por Claudia Sheinbaum, había salido de las fiestas patronales y que Xochimilco había sido la pionera. Yo ya sabía que las fiestas patronales y las bodas de pueblo son una organización impecable donde todos participan sin protagonismos, más allá del santo o los novios.
Pero aún así me impresionó el orden, los tiempos, el puño levantado en alto que los jóvenes usaban para dirigir en silencio, de diez en diez a los maestros, como en las mesas de bodas para fácil conteo. Pensé con esperanza que esta organización de chavos podía implicar un parteaguas en el futuro. 


Cuando era aún una niña que dormía con un oso de peluche, estuve en el cinturón de la sociedad civil en los diálogos de San Andrés Larrainzar. Mientras me robaban mi peluche y yo dejaba la infancia, platicaba con les otres, mientras más otres más me gustaba la platica. Un día, creyéndome importante por estar ahí, platiqué con un militar... me contaba que ellos, él, preferían la gratitud de las comunidades cuando iban a ayudar que el odio por cercarlas y amenazar con destruirlas. Ahora que olvidé su rostro, recuerdo el regaño que me dieron, no sé hablaba con el enemigo me dijeron, pero su historia y sus palabras siguen resonando con claridad en mi memoria... pienso que es mejor construir una sociedad en base a la gratitud y al respeto que en función del miedo, como estos últimos 30 años: Miedo a perder el trabajo; miedo a no poder pagar la renta; miedo a no entrar en el metro en hora pico; miedo de enfermar porque no se tiene seguro social; miedo a salir de tu casa; miedo a que levanten a tu hija; miedo a que te quiten tu casa, tu tierra y se lleven el agua; miedo a la falta de lluvia y que se sequen las cosechas; miedo a amar.... miedo a la otredad. 


Dos enfermeras por mesa explicaban todo, nos mostraban las jeringas nuevas, nos tenían paciencia. La enfermera que me tocó, una jovencita que supuse venida del campo por su cuerpo delgado y largo como lo teníamos los mexicanos antes de la comida chatarra, me vacunó con expertisse y suavidad. Hasta me permitió elegir el brazo de la jeringa.
De ahí, nos condujeron a otra zona para reposar 30 minutos y verificar posibles reacciones alérgicas; un arpa veracruzana nos acompañaba. Todo eso sucedía afuera de mi, adentro yo leía cómo el grito aterrador de Aquiles sitiaba la ciudad de Linerso en Troya, y cómo su espada atravesaba los cuerpos de los hermanos de Briseida. A falta de celular, por elección, leo. Me llevé para acompañar la vacuna El silencio de las mujeres, la versión que hace de la Iliada Pat Barker; de alguna manera una crítica a la épica y al sentido individual y competitivo que nos rodea. 


Pienso que el geógrafo y naturalista ruso Piotr Kropotkin tenía toda la razón cuando afirmaba que "en el largo plazo, la práctica de la solidaridad resulta mucho más ventajosa para las especies que el desarrollo de los individuos dotados de inclinaciones depredadoras.” Le robé la frase a un colega que admiro y que la posteó hablando también de las vacunas; la replico porque me gustaría convertir la solidaridad y el trabajo en común en algo cotidiano y tangible en la próxima utopía.