Ayer
mi hija me preguntó que cómo iban a venir los Reyes magos a la casa si yo no
era católica. Me lo preguntó por teléfono mientras yo la extrañaba, como
cada año en estas fechas. Le respondí que no se necesitaba ser católico
par recibir los regalos de Jesús o de los Reyes. Que Jesús no era sólo un niño de la
tradición católica sino el niño lleno de esperanza que llevamos dentro;
una esperanza que renace ciclo tras ciclo. Que los Reyes magos eran la
magia que todos teníamos dentro; magia para transformar las cosas: los
alimentos en comida, la tierra en casas, el cielo en techo y las
heridas en arte. Magia que cuando la utilizamos nos hace poderosos y
soberbios, sin sentido. Le dije también que cuando la magia se arrodilla
frente a la esperanza podemos transformarnos a nosotros mismos, como si
fuéramos dioses.
Se lo dije lentamente y con otras
palabras, palabras para niña, pero para mí eso significa la navidad. Recordar que podemos transformar y transformarnos, a pesar de las
muertes, de los desamores y de las tantísimas soledades de todos los días,
siempre hay nacimientos, encuentros y esperanzas.
Gracias
a todos ustedes, a todos los encuentros a lo largo de mi vida... los que he
sabido ver y los que he sido ciega, los que he sabido amar y los que he
olvidado, los que no he amado suficiente y a los que he herido consciente o
inconscientemente. A todos les agradezco las esperanzas que me han
regalado.
Felices
fiestas de solsticio y venturoso nuevo ciclo
Que
los dioses nos sean propicios
Un enero y 2009
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