Zyanya Mariana
“El primer estrato de esta sociedad
discriminatoria por la piel está ocupado, como ha quedado expuesto, por el
sector blanco de la población. Lo constituye una minoría de españoles
peninsulares ricos y muy influyentes (los llamados "gachupines” en Nueva
España y "chapetones" en Perú), y de criollos que les siguen por
prestigio socioeconómico. Es un hecho manifiesto que a medida que la sociedad
colonial se había ido estructurando durante la anterior centuria, se fue dando
mayor importancia a la pureza de sangre, derivando en la adopción de un sentido
jerárquico y aristocrático, perfectamente conformado a principios del siglo
XVIII. Tal fue la importancia atribuida a la limpieza de sangre (que en muchos
casos no era limpieza absoluta de sangre blanca) que con frecuencia los
individuos de este sector recurrieron en este período a la Audiencia para
certificarla.”
Navarro García, Luis
(1989).
LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA;
Castas y otros usos políticos del español
El dialecto castellano, propio del
condado medieval de Castilla, se expandió junto al cristianismo con el imperio
Español. Vía el colonialismo se convirtió en la lengua institucional desde
California hasta Tierra de fuego; hoy cuenta con 437
millones de hablantes. Lo más interesante, sin
embargo es que su uso revela la historia, la organización y la normativa de la
región; más aún devela nuestros miedos y racismos así como las singularidades
de cada país. En Argentina por ejemplo, las lenguas migrantes se fueron
quedando en el mar de la plata, en el puerto, en las orillas para avanzar en un
aparente único cauce hacia el castellano, como le dicen allá a la lengua de la
patria. De hecho, escritores como el cordobés Filloy o el porteño Borges la
llevaron a niveles tan impecables en su obra literaria que se habló de la
posibilidad de un castellano puro.
Península Ibérica, año 1000 y el pequeño Condado de Castilla dependiente del Reino de León |
En México, en cambio, el español es una
lengua más entre muchas otras lenguas. Durante el siglo XVI rivalizó con el
náhuatl como lingua franca. El
proyecto de los misioneros franciscanos era hacer del “mexicano”, como le
llamaban al náhuatl del valle central, la lingua
franca del continente pero el proyecto se canceló cuando el muy católico
Felipe II temió que los demonios de los paganos, sus nuevos súbditos, se
infiltraran por medio de la lengua.
A pesar de ello, hasta la Independencia,
sólo las ciudades con poblaciones criollas o criollizantes hablaban español, el
resto del país hablaba una gran diversidad de lenguas nativas, muchas presentes
hasta el día de hoy (68 originales y 264
variantes lingüísticas). A principios del siglo XX,
sólo 30% de la población hablaba español pero el mito civilizatorio; el proyecto nacional surgido de
la revolución mexicana; la educación pública, la radio y sobretodo la
televisión terminaron por hispanizar al país. Muchos, tenemos hoy en México
abuelos o bisabuelos que hablaban alguna lengua. Mientras la población se hispanizaba y se
urbanizaba, las élites en México que hablaban español aprendían francés si eran
porfiristas y después de los años 50 inglés.
Aunque somos
considerados el país con mayor número de hablantes constitucionalmente el español no es la lengua oficial del país como lo indica el artículo 4º —pues tanto las lenguas indígenas como el
español “son lenguas nacionales por su origen histórico, y tienen la misma
validez en su territorio”— ,
hablamos diferentes españoles dentro del territorio y desgraciadamente su uso clasifica,
como en el viejo sistema de castas colonial, a la población.
Anónimo, Museo Nacional Del Virreinato, Tepoztlán |
2. Mestizo con Española, Castizo
3. Castizo con Española, Español
4. Español con Mora, Mulato
5. Mulato con Española, Morisca
6. Morisco con Española, Chino
7. Chino con India, Salta atrás
8. Salta atras con Mulata, Lobo
9. Lobo con China, Gíbaro (Jíbaro)
10. Gíbaro con Mulata, Albarazado
11. Albarazado con Negra, Cambujo
12. Cambujo con India, Sambiaga (Zambiaga)
13. Sambiago con Loba, Calpamulato
14. Calpamulto con Cambuja, Tente en el aire
15. Tente en el aire con Mulata, No te entiendo
16. No te entiendo con India, Torna atrás
Este orden virreinal, basado en la
desigualdad étnica y en la pureza de sangre, que aseguraba a peninsulares
—tanto españoles o extranjeros viviendo en la Nueva España—, y criollos —de
origen europeo y raza blanca—, el poder político, económico y de prestigio y que sometía a los “indios”, naturales americanos, y a los negros venidos
de África es válido hasta el día de hoy en México y tristemente lo podemos ver
en las precampañas políticas de nuestros candidatos.
Si usamos la pintura de castas para
analizar los discursos presentados por los precandidatos, podemos notar que el precandidato
del PRI es presentado como si fuera un peninsular, de origen anglosajón pero
catolicísimo casado con criolla. Es tan peninsular que su baño de pueblo es
viajar en clase turista. De su vida intima circulan videos de su boda con
Juana, quien en el nombre lleva la cruz; notas que refrendan su catolicismo y
explican que cada domingo asiste en familia, pater familias, a la misa de la iglesia del barrio de Chimalistac.
Qué decir de las múltiples y breves referencias que alegan su origen familiar
irlandés y legitiman la pronunciación de su apellido. En la propaganda insisten
en que “se le llame MID aunque se lea ME-A-DE”.
Las malas lenguas, sin embargo,
insisten que como a sus abuelos y padre, vinculados a la comunidad libanesa
fundamentalmente cristiana maronita, no les agradaba que el apellido ME-A-DE conviniera
con MEÓN, con el que MEA y demás juegos lingüísticos relacionados con la orina,
decidieron que se pronunciara MID. Me imagino al precandidato del PRI
corrigiendo a sus maestros y evitando el escarnio infantil repitiendo
constantemente: “No se dice ME-A-DE, se pronuncia MID”, respaldándose en el
sistema de castas de clóset que alimentamos todos los días.
Por su parte la propaganda del joven
Anaya, candidato del Frente (PAN-PRD y lo que se acumule esta semana), insiste
en ubicar al queretano en la casta de criollos ilustrados, al más puro estilo
del historiador decimonónico Lucas Alamán enemigo de Juárez. “Habla francés e
inglés” insisten; nos defiende en esos idiomas contra el agresor extranjero, es
guërito y toca en una banda. Sutilmente, la propaganda lo separa del castizo
Enrique Peña Nieto quien no habla inglés a pesar de haber estudiado en universidades católicas privadas, del mestizo Grupo Atlacomulco (exceptuando al virrey Videgaray) y de las bases PRIistas en general.
Finalmente, AMLO se asocia con la
izquierda por una cuestión simbólica-pigmentocrática, más que estructural. Se
le acusa por su acento tabasqueño de “tropical”; se le cuestiona su
nacionalismo, es hijo de la revolución, como arcaísmo frente a una globalización
francamente en decadencia en términos internacionales. Su discurso “primero los pobres” y la defensa del
petróleo como bien nacional siempre se ha basado en el modelo nacional
desarrollista; aunque es un modelo capitalista de tipo keynesiano fue criticado por
una casta peninsular y criolla como “un peligro para México”.
Jugando con sus críticos el partido que se deslinda del PRD se convierte en Morena para identificarse con todas las castas técnicamente cerradas al ascenso social o pauperizadas sobretodo los últimos 30 años. Quizás eso explique las pasiones y casi autos de fe que provoca.
Jugando con sus críticos el partido que se deslinda del PRD se convierte en Morena para identificarse con todas las castas técnicamente cerradas al ascenso social o pauperizadas sobretodo los últimos 30 años. Quizás eso explique las pasiones y casi autos de fe que provoca.
Nada es puro y el
sistema de castas jamás fue infalible, siempre se ha dado un permanente
entrecruzamiento y una masiva mezcla en la sociedad mexicana. Si desde el
virreinato había voces que afirmaban que de las castas "no habrá quién
se atreva a distinguirlas", o que su distinción "nunca tendría
fin", hoy eso no sólo es real sino una de las riquezas de la
diversidad cultural de nuestro país.
Sin embargo, en este país de Mireyes y Wannabes como los clasificó Ricardo Raphael, las castas insisten en diferenciarse y
hoy lo hacen a través del dinero, aparentemente única meta del hombre moderno.
Esto se refleja como curiosidades y costumbres propias para cada lugar. Un
mismo individuo puede pertenecer a diferentes castas según el lugar donde esté,
así las élites indígenas, muchas veces vinculadas a partidos políticos o a los
maestros rurales bilingues, cuando vienen a la ciudad de México son discriminados por su color de
piel o su “castilla”, un uso del español más cercano a los modismo del
castellano del siglo XVI e incluso del ladino, la lengua de los sefaradíes.
En
el caso de los negros de la costa del pacífico, a diferencia de las poblaciones
Atlánticas de Veracruz por ejemplo, a pesar de hablar un español de esclavos, es decir cercano en usos y costumbres a los españoles que los comerciaban, son generalmente invisibilizados y denominados
como morenos o prietos.
De mestizo e india, Coyote Miguel Cabrera |
De negro e india, China cambuja Miguel Cabrera |
Podríamos seguir en este análisis, ad infinitum, que en lo personal me avergüenza como mexicana, por ahora sólo quiero concluir diciendo que el sistema de
castas de clóset se utiliza, como en la época virreinal y en los
últimos 30 años de neoliberalismo mexicano, para legitimar una supuesta aristocracia que se asume hija de extranjeros, criolla o
criollizante y que detenta el poder económico en términos de injusticia social y
pobreza. Es tan racista que durante siglos la capital no ha tenido nombre y ahora nos nombramos a partir de la denominación americana "Mexico city/ciudad de México". Habría que replantearnos por qué los candidatos y sus seguidores aluden al sistema de castas en vez de cuestionarlo.
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