Encuentro Internacional de Mujeres Poetas
en tiempo de contingencia uniendo el mundo
Todo respira al unísono
: Plotino
En medio de una crisis, aparentemente sólo de salud
y provocada por una pandemia planetaria llamada COVID19, 63 poetas mujeres de 13 países (Argentina,
Canadá, Costa Rica, Cuba, Colombia, Estados Unidos, El Salvador, Ecuador,
España, México, Israel, Puerto Rico y Rusia) fueron convocadas por Carmen Amato
y otras poetas —María Merced Nájera, Juana María Naranjo, Margarita Muñoz, Ruby
Myers y Virginia Ordóñez— para dejar un testimonio digital en estos tiempos que
corren.
Quienes respondimos a la convocatoria, y recitamos versos a través de un video grabado desde casa, lo hicimos desde el privilegio y la gratitud. Desde casa, hemos transformado la voracidad del cronometro productivo capitalista en cuidados y labores para el otro que vive con nosotras: el hijo pequeño, la adolescente, la madre, la hermana, el padre, el cuerpo amado que todavía podemos besar, abrazar y alimentar. Mientras, el mundo allá afuera sucede y cambia.
No es la primera vez, en medio de una crisis, que la frontera, donde los migrantes se detienen y corre paralelo el Río Bravo, convoque a un Encuentro Internacional de Poetas. Antes lo hizo desde Ciudad Juárez frente a la epidemia de feminicidios, después desde Chihuahua frente a la violencia cuasi institucionalizada de la región, ahora lo hace desde el confinamiento, desde una cotidianeidad anodina que esconde algo de siniestro provocado por el aislamiento y la incertidumbre.
Aislados, fragmentados y sometidos a la tecnología que reproduce nuestros rrostros hasta la náusea, olvidamos que “todo respira al unísono”; que si las pantallas no sustituyen la posibilidad de compartir, de pensar juntas, de tocarnos, a veces vinculan. Que un video de cinco minutos no sustituye el verso escrito y cantado al aire en una calle o en una institución transfigurada por la poesía, pero a veces puede convocar el ritual; condición necesaria para fundarnos como seres culturales.
No se trata, sin embargo, de traspasar lo escrito a la pantalla, ni de cambiar el mundo en el sentido utilitario del término “cambiar”; la poesía no es útil y el poeta no es un reportero ni un asalariado. Lo poético es como un eclipse que pasa. Su función no radica en sustentar la consciencia, sino en regresar la mirada a lo elemental y a lo cósmico, a la imaginación y al lenguaje: parir y criar mundos. Por eso, al nombrar poeta, sin género, no sólo me refiero a quienes escribimos versos sino a todo oficio capaz de convertir el “no ser en ser”, como explicaba Platón, en El banquete, el término poesis. A la capacidad, intrínsecamente humana, de invocar imágenes, convertirlas en palabras e insertarlas en el imaginario personal y social que destruye, recrea y crea mundos.
Se trata entonces, con estas palabras confinadas en videos, ensayar nuevas corporalidades y recorrer senderos ajenos y virtuales; sabemos que al cambiar la herramienta se trastoca el lugar, que al permutar el espacio se transforma el imaginario. En vez de regresar a un pasado que ya anunciaba una crisis económica, ecológica y civilizatoria, en vez de aferrarse a lo posible, se trata, como alquimistas, de manipular la sustancia de aparente normalidad en preguntas que desemboquen en una nueva narrativa. Como si la vida fuera el espejo y las imágenes soñadas la realidad.
Que estos versos múltiples, querido espectador, mezclados a la intemperie provocada por el COVID19, alimenten tu imaginación abstracta e impersonal y que las imágenes recreadas anticipen vidas posibles.
Zyanya Mariana,
México-Tenochtitlan, junio 21 y 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario