CASABLANCA,
Michael Curtis,
EU, 1942
Revista Siempre, 2005
Michael Curtis,
EU, 1942
Revista Siempre, 2005
EL SIGLO QUE SE NOS FUE
1942, el día de acción de gracias se
estrena en Nueva York una película de tintes propagandísiticos que se
convertirá en un clásico del cine:
CASABLANCA. La historia
ambientada en un café, aparentemente de Casablanca (Marruecos), plantea el
dilema de una mujer dividida entre la lealtad a los ideales y su pasión
amorosa. Ilsa entra al café de
Rick con su marido Victor Lazlo, líder de la resistencia antinazi, en busca de
unos salvoconductos que les permitirán refugiarse en los Estados Unidos y desde
ahí continuar la lucha. Pero el
café de Rick no es cualquier café; su dueño, un norteamericano enigmatico, es
su viejo y amoroso amante todavía dolido por el abandono. En una ambiente de rivalidades privadas
y políticas la elección de Ilsa transformará a los personajes y, profetizará el
desenlace de la Guerra.
De la película se ha escrito mucho y lisonjero como
afirmar que es uno de los mejores guiones de la historia fílmica. Pero no es su guión, que de vez en vez
se quiere cursi y melodramático, lo que la hace inolvidable sino su importancia
en el imaginario del siglo XX. Un
siglo corto nacido de las guerras y la exacerbación de los fenómenos (todos los
“ismos” del siglo XX).
En efecto las guerras en Europa, tanto la Primera
como la Segunda, destruyeron los viejos ideales decimonónicos. Del Progreso, que llegaría con la industrialización y los bienes
de consumo, sólo quedaba un olor a fuego y atomos convertidos en bombas; de la Razón, que permitía discernir entre el bien y el mal,
quedaban los campos de trabajo y exterminio nazi donde escrupulosa y
sistemáticamente se había planificado la muerte de hombres y pueblos y; de la Familia
nuclear quedaba una liberalidad femenina
muy amenazante. Así, la idea de
civilización y sus metrópolis estaban arruinadas.
Regresemos.
Estamos en 1942, de Casablanca la ciudad marroquí ignoramos casi todo
pues bajo regencia francesa, restos del imperialismo colonial, el lugar es una
extensión de los conflictos europeos.
Apenas sabemos que en los mercados roban a los incautos y que existen
dos cafés, el lugareño que ostenta un nombre extranjero “el blue parrot” y “el
Rick’s café”. Rememorando los
cabarets y los grandes centros del naciente espectáculo norteamericano, el café
de Rick es nocturno y luminoso como su dueño. Oasis del glamour y la diversidad, recibe democráticamente a todos (siempre y cuando seas blanco europeo):
Franceses, Judíos, Rusos, timadores, soldados, mujeres despechadas y simples
migrantes buscando libertad.
Ciertamente el pasado quedaba atrás devastado como las ciudades, estos
europeos sin embargo, huyendo de la ruina, fundaban otro siglo en otro lugar: América. El
progreso estaba en sus manos y se llamaba porvenir.
Iniciáticamente, antes del sueño se pasaba por
CASABLANCA, (entiéndase el café de Rick), lugar de transición entre la vieja
Europa y el porvenir americano.
Ahí se puede hacer de todo: enamorarse, jugar, beber, escuchar música
negra y jazz; porque la única nacionalidad
es ser “borracho”, los únicos ideales “trabajar en paz” y la única razón impartir justicia por encima de los intereses
personales (“No quiero saber qué
haces en la noche, le advierte Rick al mesero después de asegurar los
salarios.”). Rick, prototipo del
hombre americano, el WASP (White anglo-saxon protestant),
domina el espacio a partir de una nueva racionalidad lejana al ideal
ilustrado. No es un sabio erudito
rodeado de libros sino un hombre libre imponiéndose al paisaje porque la razón
americana se inspira en la voluntad del cowboy. El hombre Marlboro, como Rick, colonizan el mundo
fundando libertades y esparciendo el bienestar a todos. Ese es el mensaje, esa la proyección
internacional de los Estados Unidos y ese será también el sueño americano que persigan todos los migrantes al cruzar las
fronteras de la muerte (llaménse Estados Unidos o Europa).
En cuanto a la familia nuclear y la posibilidad de
conciliarla con la liberalidad femenina, por lo menos en apariencia, la
película propone la Pareja;
pesadilla y anhelo del siglo XX. Ilsa, bella y silenciosa, obediente a su hombre pero fuerte
en la pasión, es la heroína del siglo XIX que se niega a desaparecer. Lánguida, no es un mujer de entreguerras,
de pelos cortos e ideas atrevidas, sino el prototipo que encerrará a las
mujeres de los 50’s en sus casas.
Cabe recordar que los años 50’s son particularmente conservadores en los
Estados Unidos mucho más que los viejos 20’s y 30’s donde las mujeres
experimentaron en todos los campos.
Ilsa, cubierta elegantemente, es la Mujer que los hombres modernos
buscaron sin encontrar: sumisa en lo público, impetuosa y tierna en lo
privado. Y es que fue la mujer del
altar pero nunca aquella con la que despertaron cada mañana. Ilsa no es madre ni ama de casa
mas la siempre glamorosa compañera, eternamente joven.
CASABLANCA
no fue simplemente un film sino la respuesta del siglo a los ideales de
progreso, razón y familia. Tipos y
prototipos que alimentaron el imaginario colectivo de los hombres de un siglo
XX que se nos fue.
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