lunes, 8 de enero de 2018

Castas y otros usos políticos del Español ; LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA


Zyanya Mariana
“El primer estrato de esta sociedad discriminatoria por la piel está ocupado, como ha quedado expuesto, por el sector blanco de la población. Lo constituye una minoría de españoles peninsulares ricos y muy influyentes (los llamados "gachupines” en Nueva España y "chapetones" en Perú), y de criollos que les siguen por prestigio socioeconómico. Es un hecho manifiesto que a medida que la sociedad colonial se había ido estructurando durante la anterior centuria, se fue dando mayor importancia a la pureza de sangre, derivando en la adopción de un sentido jerárquico y aristocrático, perfectamente conformado a principios del siglo XVIII. Tal fue la importancia atribuida a la limpieza de sangre (que en muchos casos no era limpieza absoluta de sangre blanca) que con frecuencia los individuos de este sector recurrieron en este período a la Audiencia para certificarla.”
Navarro García, Luis (1989). 






LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA;  
Castas y otros usos políticos del español


El dialecto castellano, propio del condado medieval de Castilla, se expandió junto al cristianismo con el imperio Español. Vía el colonialismo se convirtió en la lengua institucional desde California hasta Tierra de fuego; hoy cuenta con 437 millones de hablantes. Lo más interesante, sin embargo es que su uso revela la historia, la organización y la normativa de la región; más aún devela nuestros miedos y racismos así como las singularidades de cada país. En Argentina por ejemplo, las lenguas migrantes se fueron quedando en el mar de la plata, en el puerto, en las orillas para avanzar en un aparente único cauce hacia el castellano, como le dicen allá a la lengua de la patria. De hecho, escritores como el cordobés Filloy o el porteño Borges la llevaron a niveles tan impecables en su obra literaria que se habló de la posibilidad de un castellano puro. 

Península Ibérica, año 1000 y el pequeño Condado de Castilla dependiente del Reino de León

En México, en cambio, el español es una lengua más entre muchas otras lenguas. Durante el siglo XVI rivalizó con el náhuatl como lingua franca. El proyecto de los misioneros franciscanos era hacer del “mexicano”, como le llamaban al náhuatl del valle central, la lingua franca del continente pero el proyecto se canceló cuando el muy católico Felipe II temió que los demonios de los paganos, sus nuevos súbditos, se infiltraran por medio de la lengua.
A pesar de ello, hasta la Independencia, sólo las ciudades con poblaciones criollas o criollizantes hablaban español, el resto del país hablaba una gran diversidad de lenguas nativas, muchas presentes hasta el día de hoy (68 originales y 264 variantes lingüísticas). A principios del siglo XX, sólo 30% de la población hablaba español pero el mito civilizatorio; el proyecto nacional surgido de la revolución mexicana; la educación pública, la radio y sobretodo la televisión terminaron por hispanizar al país. Muchos, tenemos hoy en México abuelos o bisabuelos que hablaban alguna lengua. Mientras la población se hispanizaba y se urbanizaba, las élites en México que hablaban español aprendían francés si eran porfiristas y después de los años 50 inglés. 


Aunque somos considerados el país con mayor número de hablantes constitucionalmente  el español no es la lengua oficial del país como lo indica el artículo 4º —pues tanto las lenguas indígenas como el español “son lenguas nacionales por su origen histórico, y tienen la misma validez en su territorio”— , hablamos diferentes españoles dentro del territorio y desgraciadamente su uso clasifica, como en el viejo sistema de castas colonial, a la población.


Anónimo, Museo Nacional Del Virreinato, Tepoztlán
1. Español con India, Mestizo
2. Mestizo con Española, Castizo
3. Castizo con Española, Español
4. Español con Mora, Mulato
5. Mulato con Española, Morisca
6. Morisco con Española, Chino
7. Chino con India, Salta atrás
8. Salta atras con Mulata, Lobo
9. Lobo con China, Gíbaro (Jíbaro)
10. Gíbaro con Mulata, Albarazado
11. Albarazado con Negra, Cambujo
12. Cambujo con India, Sambiaga (Zambiaga)
13. Sambiago con Loba, Calpamulato
14. Calpamulto con Cambuja, Tente en el aire
15. Tente en el aire con Mulata, No te entiendo
16. No te entiendo con India, Torna atrás





Este orden virreinal, basado en la desigualdad étnica y en la pureza de sangre, que aseguraba a peninsulares —tanto españoles o extranjeros viviendo en la Nueva España—, y criollos —de origen europeo y raza blanca—, el poder político, económico y de prestigio y que sometía a los “indios”, naturales americanos, y a los negros venidos de África es válido hasta el día de hoy en México y tristemente lo podemos ver en las precampañas políticas de nuestros candidatos.

Si usamos la pintura de castas para analizar los discursos presentados por los precandidatos, podemos notar que el precandidato del PRI es presentado como si fuera un peninsular, de origen anglosajón pero catolicísimo casado con criolla. Es tan peninsular que su baño de pueblo es viajar en clase turista. De su vida intima circulan videos de su boda con Juana, quien en el nombre lleva la cruz; notas que refrendan su catolicismo y explican que cada domingo asiste en familia, pater familias, a la misa de la iglesia del barrio de Chimalistac. Qué decir de las múltiples y breves referencias que alegan su origen familiar irlandés y legitiman la pronunciación de su apellido. En la propaganda insisten en que “se le llame MID aunque se lea ME-A-DE”. 



Las malas lenguas, sin embargo, insisten que como a sus abuelos y padre, vinculados a la comunidad libanesa fundamentalmente cristiana maronita, no les agradaba que el apellido ME-A-DE conviniera con MEÓN, con el que MEA y demás juegos lingüísticos relacionados con la orina, decidieron que se pronunciara MID. Me imagino al precandidato del PRI corrigiendo a sus maestros y evitando el escarnio infantil repitiendo constantemente: “No se dice ME-A-DE, se pronuncia MID”, respaldándose en el sistema de castas de clóset que alimentamos todos los días.



Por su parte la propaganda del joven Anaya, candidato del Frente (PAN-PRD y lo que se acumule esta semana), insiste en ubicar al queretano en la casta de criollos ilustrados, al más puro estilo del historiador decimonónico Lucas Alamán enemigo de Juárez. “Habla francés e inglés” insisten; nos defiende en esos idiomas contra el agresor extranjero, es guërito y toca en una banda. Sutilmente, la propaganda lo separa del castizo Enrique Peña Nieto quien no habla inglés a pesar de haber estudiado en universidades católicas privadas, del mestizo Grupo Atlacomulco (exceptuando al virrey Videgaray) y de las bases PRIistas en general.





Finalmente, AMLO se asocia con la izquierda por una cuestión simbólica-pigmentocrática, más que estructural. Se le acusa por su acento tabasqueño de “tropical”; se le cuestiona su nacionalismo, es hijo de la revolución, como arcaísmo frente a una globalización francamente en decadencia en términos internacionales. Su discurso “primero los pobres” y la defensa del petróleo como bien nacional siempre se ha basado en el modelo nacional desarrollista; aunque es un modelo capitalista de tipo keynesiano fue criticado por una casta peninsular y criolla como “un peligro para México”. 




Jugando con sus críticos el partido que se deslinda del PRD se convierte en Morena para identificarse con todas las castas técnicamente cerradas al ascenso social o pauperizadas sobretodo los últimos 30 años. Quizás eso explique las pasiones y casi autos de fe que provoca.




De Español e indio, mestizo
Miguel Cabrera

 Nada es puro y el sistema de castas jamás fue infalible, siempre se ha dado un permanente entrecruzamiento y una masiva mezcla en la sociedad mexicana. Si desde el virreinato había voces que afirmaban que de las castas "no habrá quién se atreva a distinguirlas", o que su distinción "nunca tendría fin", hoy eso no sólo es real sino una de las riquezas de la diversidad cultural de nuestro país. 
De mestizo e india, Coyote
Miguel Cabrera
Sin embargo, en este país de Mireyes y Wannabes como los clasificó Ricardo Raphael, las castas insisten en diferenciarse y hoy lo hacen a través del dinero, aparentemente única meta del hombre moderno. Esto se refleja como curiosidades y costumbres propias para cada lugar. Un mismo individuo puede pertenecer a diferentes castas según el lugar donde esté, así las élites indígenas, muchas veces vinculadas a partidos políticos o a los maestros rurales bilingues, cuando vienen a la ciudad de México son discriminados por su color de piel o su “castilla”, un uso del español más cercano a los modismo del castellano del siglo XVI e incluso del ladino, la lengua de los sefaradíes. 

De negro e india, China cambuja
Miguel Cabrera
En el caso de los negros de la costa del pacífico, a diferencia de las poblaciones Atlánticas de Veracruz por ejemplo, a pesar de hablar un español de esclavos, es decir cercano en usos y costumbres a los españoles que los comerciaban, son generalmente invisibilizados y denominados como morenos o prietos. 
Podríamos seguir en este análisis, ad infinitum, que en lo personal me avergüenza como mexicana, por ahora sólo quiero concluir diciendo que el sistema de castas de clóset se utiliza, como en la época virreinal y en los últimos 30 años de neoliberalismo mexicano, para legitimar una supuesta aristocracia que se asume hija de extranjeros, criolla o criollizante y que detenta el poder económico en términos de injusticia social y pobreza. Es tan racista que durante siglos la capital no ha tenido nombre y ahora nos nombramos a partir de la denominación americana "Mexico city/ciudad de México". Habría que replantearnos por qué los candidatos y sus seguidores aluden al sistema de castas en vez de cuestionarlo.

  

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