viernes, 6 de mayo de 2016

CRÓNICAS MESTIZAS; Una escritora y su perra: Buen viaje maestra Janikuá

Zyanya Mariana



Creo que los animales ven en el hombre 
un ser igual a ellos que ha perdido de forma 
extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, 
es decir, que ven en él al animal irracional, 
al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.
Friedrich Nietzsche

Buen viaje maestra



CRÓNICAS MESTIZAS; Una escritora y su perra,
Buen viaje maestra 4ta parte


Janikuá, lluvia en purépecha, murió el 3 de junio a la 1:30 de la tarde del 2014. Esta nota la empecé a escribir desde entonces y no la había posteado por culpa. Me sentía culpable de su ataque al corazón por envenenamiento.
Cuenta María Elena, —la mujer que trabaja en mi casa, mi brazo derecho, mi amiga— que al regresar de recoger a su hija Marianita de la escuela empezó todo. Janikuá, mi hermosa labrador chocolate, corrió del umbral de la cocina a la zotehuela y de la zotehuela a la cocina. Ahí bajo la mesa empezó a convulsionarse. Se pegó una vez en la cabeza al caer, Karlita, la niña más chiquita de María Elena y hermana de Marianita, empezó a llorar. Marianita corrió a pedir ayuda y María Elena le sostuvo su cabeza hasta que murió. Todo ocurrió muy rápido en menos de cinco minutos. Yo no estuve ahí para testificar, sólo espero que no haya sufrido. Janikuá le hizo honor a su nombre, llegó como aguacero y se fue al escampar.





 
Llegó tres meses después de la muerte de Antígona, mi gata amada. Me acompañó 17 largos años, y yo estaba en luto, pero Tziri, mi hija, quería un perro; así que me aventé a la aventura. Al principio lloraba mucho, tenía sentimientos encontrados.



Todavía recuerdo la primera vez que la ví y el súbito pensar que me envolvió: ella puede ser una maestra. Y lo fue. Me enseñó muchas cosas desde que llegó. Los primeros días, por ejemplo, me introdujo en el difícil arte del desapego; se comía los objetos, los libros y los dejaba en pedacería regados por el piso.

Después refrendó la importancia de los límites en toda convivencia sana y la importancia del ejercicio, mencionada por el filósofo del siglo XX, César Millán el encantador de perros, para encontrar la serenidad en casa y el reposo en el sueño. Mi hija la celaba y yo la amé con la misma devoción que una madre a la cría pequeña. Se fue muy pronto y aún la extraño.

Buen viaje Janikuá.
 

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