viernes, 24 de abril de 2015

Qué diferencia entre la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan, LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA

ZyanyaM
Tengo aquí, sobre mi mesa, 
un poco de tierra de Armenia… 
Daniel Varujan

Yo soy, sobre todo, lo que no he podido realizar
Varujan Vosganian



Érevan, capital de Armenia.
Al fondo Ararat, símbolo nacional de Armenia en territorio Turco;
la política y sus nacionalismos absurdos... 


LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA, 
"Qué diferencia entre la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan"



En el lenguaje común, genocidio implica "el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, religión o política". A pesar de la violencia de los último 9 años en el país, de la desaparición como un acto cotidiano, -nos falta 43 y muchos más-, en México nadie se atrevería a convocar la palabra Genocidio. Sin embargo la violencia selectiva que se ejerce en México contra los más pobres, usualmente de piel morena, negros o mestizados, y sobretodo poblaciones indígenas, bien podría coquetear con el uso de la palabra Genocidio en el ámbito jurídico. Nunca hay que olvidar que durante el sexenio del Calderón las muertes de los pobres se explicaban como peleas entre narcotraficantes hasta el fatídico 28 de marzo del 2011 cuando la muerte de un joven blanco universitario, hijo de un poeta reconocido Javier Sicilia, concientizó a la sociedad de que vivíamos bajo una necropolítica. 
En términos legales la palabra se entiende a la A) Matanza de miembros del grupo; B) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; C) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; D) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; E) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Si nos atenemos a esta definición, el Estado mexicano ha sido reiteradamente acusado de esterilización de hombres y mujeres en comunidades indígenas y acusado, sobretodo en los últimos 10 años, de ejercer una política de criminalización de los más pobres, generalmente comunidades indígenas o afrodescendientes, asentados en territorios ricos en agua, tierra y minerales. 
Este es el caso de Guerrero, tierra fértil rica en oro; de Michoacán con puertos y hierro; de Tamaulipas corredor natural de petróleo; de la sierra del Nayar donde las mineras, norteamericanas y canadienses, intentan el despojo de los territorios sagrados huicholes y coras; de Chiapas donde los paramilitares alimentan los conflictos por la tierra; de Sonora y la disputa del indomable pueblo Yaqui por el agua. Pero también sucede en las zonas de población urbanizada y pobre como Ciudad Juárez, urbe que ha testificado el nacimiento de los feminicidios y el experimento por el despojo.    


Esta ingeniería social, parecida al Apartheid más que a un genocidio, se ha ido recrudeciendo con los años y seguramente se tornará más violenta con las leyes energéticas que legalizan el despojo. 


Empero, quitarle a otros sus tierras, su agua y sus cuerpos en nombre de una religión o una raza no es privativo de México. Sucede en todos los países y está vinculado a la política y, en los últimos tiempos, a la acumulación de capital: los más ricos, generalmente hombres empresarios, con estudios y propiedades, blancos, ilustrados y monoteísta usan las leyes, el capital financiero, la industria paramilitar y armamentista y la idea de progreso para apropiarse de la riqueza de los pueblos. Los políticos son sus aliados. 
Es curioso que justo hoy, el día que murió el poeta Daniel Varujan, hoy que se cumple el Centenario del Genocidio Armenio, escriba esto. Un día como hoy que 240 intelectuales armenios, -poetas, músicos, diputados y clérigos- fueron detenidos en Constantinopla (Estambul) y posteriormente deportados a "un lugar desconocido" para ser asesinados. Después seguiría un número indeterminado de civiles armenios, entre un millón y medio y dos millones de seres humanos. 
¿Por qué hoy hablar de los pueblos indígenas, de los afrodescendientes, de la violencia selectiva del Estado Mexicano? Quizás para recordar la "...  la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan...", frase que como aliento de vida me susurró al oído el escritor rumano de origen armenio, Varujan Vosganian. Quiero agradecerle las palabras que va tejiendo del Genocidio armenio en su texto "El libro de los susurros", con ellas me regresó el sentido de la escritura que perdí hace siete meses cuando ví el rostro descarnado de Julio César Mondragón. “Qué diferencia entre la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan...", reverberaba como sentencia en mi cabeza y la inmovilidad y el silencio se fueron diluyendo. Pensé en ese instante que no importaba el uso de la palabra Genocidio, Apartheid, Guerra o Narcoestado, coto de especialistas e intereses políticos, sino la humildad de los que mueren y nos dejan sus susurros como manantial, útil, que fluye.





Varujan Vosgonian

Como un pequeño homenaje dos poemas al escritor y político... Con gratitud.


VARTANANTS
-el día de los héroes-


mi nombre perteneció a un guerrero caído en el campo de batalla
y a un joven poeta muerto a pedradas
ellos son los muertos más hermosos de mi pueblo
llevo una túnica blanca empapada de sangre
que no corre por mis venas
pero que está viva
siento un dolor en la sien donde la piedra
atravesó el hueso blando
y un pensamiento surgido muy pronto se transforma en sangre
recibo mi nombre como agua que cae goteando de las paredes de un pozo
desde allí las alturas del cielo y las profundidades de la tierra son una misma cosa
me refresco los labios y me lavo la cara
ahora puedo hablar y puedo llorar
el libro de mi nombre está lleno de imágenes
del mundo tal como lo he visto
y me doy cuenta de que, durante dos mil años,
los tres hemos amado a la misma mujer
bienaventurada seas, pues nadie puede desearte más
que nosotros, un guerrero y un poeta




NUEVE HORAS DESPUÉS

luego se puso a llover
las gotas tenían gusto a lágrimas
saladas y dulces
en la otra parte del Gólgota
los árboles lloraban
mirando al redentor de los árboles
clavado en el hombre con forma de cruz



Las traducciones, provenientes del libro El ojo velado de la reina, 2001, son de Joaquín Garrigós, quien también tradujo la novela. 


Fragmentos de El libro de los susurros, Aquí











A 100 AÑOS DEL GENOCIDIO ARMENIO

Editorial Tariyata ha dedicado tres entradas, si te merecen algún comentario estaríamos encantados de leerlo. 
  1. Qué diferencia entre la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan
  2. Qué diferencia entre la humildad de los que mueren y la soberbia de los que matan, Apostillas;
  3. Antología poética #50: Daniel Varujan, 1884-1915

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