martes, 22 de octubre de 2013

28.- Antología poética; Carlos & Zyanya, W.H. Auden, 1907-1973

van a caerse
     los hemos estado observando sobre la barda del jardín
     
                                                 desde hace horas,     el cielo se oscurece como con tintura,      algo está a punto de caer como lluvia
     
                                               y no serán flores...
W.H.Auden



W H AUDEN

Foto Jane Brown
Hulton-Deutsch collection/Corbis *



A GLM, por su soledad que conozco y desconozco

Vivimos en la tierra como un planeta solitario en el universo.  Por eso no importa si nacemos en Inglaterra y morimos como americanos, el camino inverso de Pound y Eliot; si los demás nos consideran leales o traidores a la circunstancia de una guerra; si creemos que "la poesía es magia pero nacida en pecado".  
En realidad giramos sobre nuestro propio eje y ahí el dolor, la alegría, el enojo e incluso el amor están solos, encerrados en sí mismos, incompartibles.  Así vamos por la existencia y poblamos el cosmos cual una multitud de microsoledades que no se cruzan sólo se reflejan.  De vez en vez sucede el milagro y se miran y se encuentran y se comunican con palabras, así la poesía de Auden y este pequeño homenaje "Tell me the truth about love", a 40 años de su muerte un 29 de septiembre y 1973.



Wystan Hugh Auden
Nueva York-Viena;
(1907-1973)
@CarlosAzar
@ZyanyaMariana

Foto Jill Krementz *


LULLABY

Lay your sleeping head, my love,
Human on my faithless arm;
Time and fevers burn away
Individual beauty from
Thoughtful children, and the grave
Proves the child ephemeral:
But in my arms till break of day
Let the living creature lie,
Mortal, guilty, but to me
The entirely beautiful.

Soul and body have no bounds:
To lovers as they lie upon
Her tolerant enchanted slope
In their ordinary swoon,
Grave the vision Venus sends
Of supernatural sympathy,
Universal love and hope;
While an abstract insight wakes
Among the glaciers and the rocks
The hermit's carnal ecstasy.

Certainty, fidelity
On the stroke of midnight pass
Like vibrations of a bell,
And fashionable madmen raise
Their pedantic boring cry:
Every farthing of the cost,
All the dreaded cards foretell,
Shall be paid, but from this night
Not a whisper, not a thought,
Not a kiss nor look be lost.

Beauty, midnight, vision dies:
Let the winds of dawn that blow
Softly round your dreaming head
Such a day of welcome show
Eye and knocking heart may bless,
Find the mortal world enough;
Noons of dryness find you fed
By the involuntary powers,
Nights of insult let you pass
Watched by every human love.


Como bellísimo poema de amor, 
muchos quisieron cantar 
"Lay Your sleeping head, my love, 
aquí con la agrupación
 Tord Gustavsen Ensemble 












CANCIÓN DE CUNA

(versión Eduardo Iriarte
Posa la cabeza dormida, amor mío,
compasiva en mi brazo desleal;
el tiempo y las fiebres consumen
la belleza individual de
los niños considerados, y la tumba
demuestra al niño efímero:
pero en mis brazos hasta el amanecer
deja que descanse la criatura viva,
mortal, culpable, aunque para mí
totalmente hermosa.
Alma y cuerpo no tienen límites:
los amantes cuando se recuestan sobre
su ladera tolerante y encantada
en su desmayo corriente,
grave la visión que envía Venus
de compasión sobrenatural,
amor y esperanza universales;
mientras una percepción abstracta despierta
entre los glaciares y las rocas
el éxtasis carnal del ermitaño.
Certidumbre, fidelidad
al dar la medianoche pasan
como las vibraciones de una campana
y los locos de moda alzan
su grito pedante y aburrido:
hasta el último penique del precio,
todo lo que predicen las temidas cartas,
será abonado, pero de esta noche
que ni un susurro, ni un pensamiento,
ni un beso o mirada se pierdan.
Belleza, medianoche, muere la visión:
que los vientos del amanecer que soplan
suavemente en torno a tu cabeza ensoñada
muestren tal día de bienvenida
que el ojo y el corazón latiente lo bendigan,
y tengan suficiente con nuestro mundo mortal;
que los mediodías de aridez te encuentren alimentado
por los poderes involuntarios,
las noches de injuria te franqueen el paso
observado por todos los amores humanos.



MUSÉE DES BEAUX-ARTS


About suffering they were never wrong,

The old Masters: how well they understood

Its human position: how it takes place

While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;

How, when the aged are reverently, passionately waiting

For the miraculous birth, there always must be

Children who did not specially want it to happen, skating
On a pond at the edge of the wood:
They never forgot
That even the dreadful martyrdom must run its course
Anyhow in a corner, some untidy spot
Where the dogs go on with their doggy life and the torturer’s horse
Scratches its innocent behind on a tree.
In Breughel’s Icarus, for instance: how everything turns away
Quite leisurely from the disaster; the ploughman may
Have heard the splash, the forsaken cry,
But for him it was not an important failure; the sun shone
As it had to on the white legs disappearing into the green
Water, and the expensive delicate ship that must have seen
Something amazing, a boy falling out of the sky,
Had somewhere to get to and sailed calmly on.


La caída de Icaro, Pieter Bruegel, el viejo


MUSÉE DES BEAUX-ARTS
(versión José Emilio Pacheco)

Acerca del dolor jamás se equivocaron
los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron
su función en el mundo. Cómo llega
mientras alguno cena o abre la ventana
o nada más camina sin objeto.
Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes
el milagroso Nacimiento, habrá siempre
niños sin mayor interés en lo que ocurre,
patinando en el estanque helado a la orilla del bosque.

No olvidaron jamás
que el eterno martirio ha de seguir su curso,
irremediablemente, en sórdidos rincones
donde viven los perros su perra vida
y el caballo del verdugo se rasca
las inocentes grupas contra un árbol.

Por ejemplo en el Ícaro de Brueghel:
con qué serenidad
todo parece lejos del desastre.
El labrador oyó seguramente
el rumor de las aguas y el grito inconsolable;
pero el fracaso no lo conmovió:
brillaba el sol como brilló en el cuerpo blanco
al hundirse en las aguas verdes.
Y la elegante y delicada nave
debió haber visto lo asombroso:
la caída de un hombre que volaba.
Mas el barco tenía un destino
y siguió navegando en calma.



El escritor Christopher Isherwood, pareja de W.H.Auden
en 1938, antes de partir a China.
Archivo: Bettmann/Corbis *







WE TOO HAD 


KNOWN

 GOLDEN

 HOURS




We, too, had known golden hours
When body and soul were in tune,
Had danced with our true loves
By the light of a full moon,
And sat with the wise and good
As tongues grew witty and gay
Over some noble dish
Out of Escoffier;
Had felt the intrusive glory
Which tears reserve apart,
And would in the old grand manner
Have sung from a resonant heart.
But, pawed-at and gossiped-over
By the promiscuous crowd,
Concocted by editors
Into spells to befuddle the crowd,
All words like Peace and Love,
All sane affirmative speech,
Had been soiled, profaned, debased
To a horrid mechanical screech.
No civil style survived
That pandaemonioum
But the wry, the sotto-voce,
Ironic and monochrome:
And where should we find shelter
For joy or mere content
When little was left standing
But the suburb of dissent? 





Leído por Brad Craft






NOSOTROS TAMBIÉN HABÍAMOS CONOCIDO MOMENTOS DORADOS...
(Versión de Eduardo Iriarte)




Nosotros, también, habíamos conocido momentos dorados
en los que cuerpo y alma estaban en sintonía,
habíamos bailado con nuestros amores verdaderos
a la luz de una luna llena,
y nos habíamos sentado con los sabios y los buenos
mientras las lenguas cobraban ingenio y alegría
degustando algún noble plato
directo de Escoffier;
habíamos sentido la gloria indiscreta
que las lágrimas reservan aparte.
Y a la grandiosa usanza de antaño
habríamos cantado con el corazón henchido.
Pero, objeto de zarpazos y chismorreos,
por parte de la promiscua multitud
transformados por ardid de los editores
en hechizos para confundir a la muchedumbre,
todas las palabras como Paz y Amor,
todo discurso afirmativo y cuerdo,
había sido mancillado, profanado, degradado
hasta tornarse horrendo chirrido mecánico.
Ningún estilo moderado sobrevivió
al pandemonio
salvo el burlón, el sotto-voce,
irónico y monocromo:
y ¿dónde íbamos a encontrar refugio
para la dicha o el mero contento
cuando apenas nada quedaba en pie
salvo el suburbio de la disensión?
 




THE UNKNOWN CITIZEN

(To JS/07 M 378

This Marble Monument Is Erected by the State)



He was found by the Bureau of Statistics to be
One against whom there was no official complaint,
And all the reports on his conduct agree
That, in the modern sense of an old-fashioned word, he was a
   saint,
For in everything he did he served the Greater Community.
Except for the War till the day he retired
He worked in a factory and never got fired,
But satisfied his employers, Fudge Motors Inc.
Yet he wasn't a scab or odd in his views,
For his Union reports that he paid his dues,
(Our report on his Union shows it was sound)
And our Social Psychology workers found
That he was popular with his mates and liked a drink.
The Press are convinced that he bought a paper every day
And that his reactions to advertisements were normal in every way.
Policies taken out in his name prove that he was fully insured,
And his Health-card shows he was once in hospital but left it cured.
Both Producers Research and High-Grade Living declare
He was fully sensible to the advantages of the Instalment Plan
And had everything necessary to the Modern Man,
A phonograph, a radio, a car and a frigidaire.
Our researchers into Public Opinion are content 
That he held the proper opinions for the time of year;
When there was peace, he was for peace:  when there was war, he went.
He was married and added five children to the population,
Which our Eugenist says was the right number for a parent of his
   generation.
And our teachers report that he never interfered with their
   education.
Was he free? Was he happy? The question is absurd:
Had anything been wrong, we should certainly have heard.


                            
W.H. Auden y Jill Krementz, el fotógrafo de los poetas, memoria de una larga amistad *
       

                                      
El ciudadano desconocido

(Versión Guillermo Sheridan
Tomado de Material de lectura UNAM)

(A JS/07/M/378 el Estado le levanta este Monumento en mármol


La Oficina de Estadísticas encontró que era
uno de aquellos contra los que no existe queja oficial,
y todos los reportes sobre su conducta concuerdan
en que, en el sentido moderno de una palabra anticuada,
    era un santo,
pues su actividad toda estaba al servicio de La Mayor
    Comunidad.
Con la excepción de la guerra, hasta el día en que se retiró
trabajó en una fábrica y nunca fue despedido,
antes bien complació a sus patrones, Motores
    “El Embuste”, S.A.,
sin ser un esquirol ni hombre de ideas extrañas,
pues reporta su Sindicato que pagaba sus cuotas
(sindicato fuerte, según  nuestros reportes)
y nuestros obreros de sicología social descubrieron
que era muy popular entre sus camaradas y a veces tomaba
    una copa.
La Prensa está convencida de que cada día compraba
    su periódico
y de que sus reacciones ante los anuncios eran normales
en todos los aspectos.
Pólizas a su nombre prueban que estaba plenamente
    asegurado
y su tarjeta de salud muestra que una vez estuvo en
    un hospital pero que había sanado cuando lo abandonó.
Tanto los Investigadores de Producción como los de Vida
    de Alto Nivel
declaran que era totalmente sensible a los avances
    en Planes de Crédito
y que poseía todo lo necesario para el hombre moderno,
un fonógrafo, un radio, un coche y un refrigerador.
Nuestros sondeadores de Opinión Pública se alegran
de que haya sostenido las opiniones apropiadas a cada
    época del año.
Cuando había paz, estaba por la paz; cuando había
guerra, iba a ella.
Contrajo matrimonio y sumó cinco hijos a la población,
lo que, según nuestros expertos en perfeccionar la raza,
era lo correcto para un padre de su generación,
y nuestros maestros advierten que jamás interfirió
    en su educación.
¿Era feliz? ¿era libre? La pregunta es absurda.
De haber habido algo incorrecto, sin duda nos hubiésemos
    ya enterado.



* Los pies de página y créditos de las fotos de W.H. Auden se los debo a Flor Giani, Patricia Damiano y Pamela Sipodeschu.
Muchas gracias.

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