lunes, 25 de marzo de 2013

5.- Antología poética; Carlos & Zyanya


Ser poeta no es una ambición mía, 
es mi manera de estar sólo

Fernando Pessoa







Rulfo, el escritor mexicano, cuestionaba a sus contemporáneos que siguieran a Borges: Síganlo, síganlo a ver a dónde los lleva, dicen que decía.  No era el único.  Tito Monterroso solía repetir, hasta que lo escribió, las consecuencias benéficas y maléficas de tal encuentro:

·   Pasar a su lado sin darse cuenta (maléfica).
·   Pasar a su lado, regresarse y seguirlo durante un buen trecho para ver qué hace (benéfica).
·   Pasar a su lado, regresarse y seguirlo para siempre (maléfica).
·   Descubrir que uno es tonto y que hasta ese momento no se le había ocurrido una idea que más o menos valiera la pena (benéfica).
·   Descubrir que uno es inteligente, puesto que le gusta Borges (benéfica).
·   Deslumbrarse con la fábula de Aquiles y la Tortuga y creer que por ahí va la cosa (maléfica).
·   Descubrir el infinito y la eternidad (benéfica).
·   Preocuparse por el infinito y la eternidad (benéfica).
·   Creer en el infinito y la eternidad (maléfica).ç
·   Dejar de escribir (benéfica).

¿Y es que, honestamente, quién podría acompañar a Borges en una misma página?  ¿Quién? si el escritor argentino especula como Espinoza, escudriña la condición humana como Shakespeare y versifica como Homero?  Quizás me equivoque pero para el Inmortal el desasosiego de Pessoa.






Jorge Luis Borges (1899-1986)
Argentina,
@CarlosAzar




POEMA DE LOS DONES


Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos

que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

Jorge Luis Borges


















Fernando Pessoa (1888-1935)
Portugal, Europa
@ZyanyaMariana


El guardador de rebaños
(Fragmento)

V
Hay metafísica bastante en no pensar en nada.

¿Qué pienso yo del mundo?
¡Qué sé yo lo que pienso del mundo!
Si me enfermara pensaría en eso.
¿Qué idea tengo yo de las cosas?
¿Qué opinión tengo sobre las causas y los efectos?
¿Qué es lo que he meditado sobre Dios y el alma
Y sobre la creación del Mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
Y no pensar. Es correr las cortinas
De mi ventana (pero no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es el misterio!
El único misterio es que haya alguien que piense en el misterio.

Quien está al sol y cierra los ojos,
Comienza a no saber lo que es el sol
Y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero si abre los ojos y ve el sol,
Y ya no puede pensar en nada,
Es porque la luz del sol vale más que los pensamientos
De todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no se equivoca y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?
La de ser verdes y copudos y de tener ramas
Y la de dar fruto en su hora, lo que no nos hace pensar,
A nosotros, que no sabemos entenderlos
¿Pero qué mejor metafísica que la de ellos
Que es de no saber para qué viven
Ni saber que no lo saben?
“Constitución íntima de las cosas”…
“Sentido íntimo del Universo”…
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que se pueda pensar en cosas de ésas.
Es como pensar en razones y fines
Cuando el comienzo de la mañana está rayando
y por los lados de los árboles
Un vago oro lustroso va perdiendo la oscuridad.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
Es, acrecentado, como pensar en la salud
O llevar un vaso al agua de las fuentes.

El único sentido íntimo de las cosas
Es que ellas no tienen sentido íntimo ninguno.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si Él quisiera que yo creyera en Él,
Sin duda que vendría a hablar conmigo

Y entraría adentro por mi puerta
Diciéndome, ¡Aqui estoy!

(Esto es tal vez ridículo a los oídos
De quien, por no saber lo que es mirar las cosas,
No comprende a quien habla de ellas
Con el modo de hablar que reparar en ellas enseña)

Pero si Dios es las flores y los árboles
Y los montes y sol y el rayo de luna.
Entonces creo en Él,
Entonces creo en Él a toda hora,
Y mi vida toda es una oración y una misa,
Y una comunión con los ojos y por los oídos.

Pero si Dios es los árboles y las flores
Y los montes y el rayo de luna y el sol,
¿Para qué le llamo Dios?
Le llamo flores y árboles y montes y sol y rayo de luna;
Porque si Él se hizo, para que yo lo vea,
Sol y rayo de luna y flores y árboles y montes,
Si Él se me aparece como árboles y montes
Y rayo de luna y sol y flores,
Es que Él quiere que yo lo conozca
como árboles y montes y flores y rayo de luna y sol.

Y por eso yo lo obedezco
(¿Qué más sé yo de Dios, que Dios de sí mismo?),
Le obedezco viviendo, espontáneamente,
Como quien abre los ojos y ve,
Y le llamo rayo de luna y sol y flores y árboles y montes,
Y lo amo sin pensar en Él
Y lo pienso viendo y oyendo,
Y ando con Él a toda hora.


Alberto Caeiro,

Uno de tantos Pessoa's y maestro de los heterónimos pessoanos

Versión del portugués de Mario Bojórquez



No hay comentarios:

Publicar un comentario