ZyanyaM
¡Vanidad de
vanidades, todo vanidad!
¿Qué saca el hombre
de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
Una generación va,
otra generación viene;
pero la tierra para
siempre permanece.
Sale el sol y el sol
se pone;
corre hacia su lugar
y allí vuelve a salir.
Sopla hacia el sur el
viento y gira hacia el norte;
gira que te gira
sigue el viento y vuelve el viento a girar.
Todos los ríos van al
mar y el mar nunca se llena;
al lugar donde los
ríos van, allá vuelven a fluir.
Todas las cosas dan
fastidio.
Nadie puede decir que
no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír.
Lo que fue, eso será; lo que se hizo,
ese se hará.
Nada nuevo hay bajo
el sol.
Eclesiastés, Biblia de Jerusalem
La maja desnuda, Goya, 1799 |
LO QUE PASA EN LA
CAMA PASA EN LA PLAZA
Plagiando, copiando, caminando[1]
La FIL de Guadalajara
ya terminó. En su 26 Edición tuvo
una afluencia superior a los 700 mil asistentes, 80 mil más que en el
2011. Participaron mil 500
editoriales y alrededor de 800 escritores, para un país que no lee las cifras
son casi de película de terror. Al
susto habría que añadirle la inolvidable derrama económica. Según su presidente Raúl Padilla López
la Feria dejó a la capital tapatía 330 millones de dólares, incluidas las
ventas, añade que los organizadores sólo obtuvieron utilidades por tres
millones de dólares. Insisto para
ser un oficio maldito los escritores dejan mucho dinero. Sin embargo no todo es color dólar y
este año lejos del folclor que producen los políticos que escriben más de lo
que leen, dos hechos nublaron la feria: el 1Dmx y Bryce Echenique.
Un día antes de su
clausura, el fatídico sábado 1 de diciembre (1Dmx), al tiempo que Peña Nieto
protestaba para su cargo como Presidente en un San Lázaro sobreprotegido,
decenas de jóvenes a recinto cerrado clamaban por la cultura comprando libros y
otros, al exclamar su oposición política, eran detenidos. Lo peor sucedió en la ciudad de México
donde provocadores e infiltrados, como bien lo narra Adolfo Gilly, se mezclaron
con estudiantes; pero eso es harina de otro costal y requiere una nota
aparte.
Adolfo Gilly, con Araceli Mondragón, en la Marcha del 16 de diciembre y 2012 del #Yosoy132 por la liberación de los 14 presos políticos del 1Dmx (Foto Navegaciones Pedro Miguel) |
El premio de Bryce ha producido mucha
tinta virtual, incluso un Blog para archivar la polémica. Qué sí es el último representante
vivo del anti boom latinoamericano; qué si un mundo para Julius merece,
independientemente de cualquier plagio, un reconocimiento; que si Bryce es un
plagiario y el premio de la FIL implicaría honrar los plagios; que literatura y
política son independientes, que si es una pugna entre las élites culturales y
así un sinnúmero de argumentos que van de lo racional a lo absurdo (como acusar
de antidemocráticos, persecutorios o de derecha a los que consideramos un error
premiar a un plagiario). De este enjambre de notas recupero sólo una
escrita por Antonio Marvel y que podría sintetizar como “apología del plagio”.
Pero ¿qué es un plagio? Un plagio para mi es tomar el manucristo de alguien y
publicarlo como propio, tal como lo hizo Echenique. Por eso no me gusta la palabra plagiar
que hoy se limita al copy page fomentado por la tecnología, prefiero la palabra
copiar y en ese sentido Marvel tiene razón al afirmar que “el plagio” siempre
ha existido en la historia. Todo
es copia. Hasta los grandes copian
transformando y nada es más difícil que un verso honesto. Pienso en Neruda y su poema número 30 y en un
poema de Tagore, autor que no le gusta a mi querido amigo Carlos:
Tú eres la nube crepuscular
del cielo de mis fantasías
Tu color y tu forma
son los del anhelo de mi amor
Eres mía,
eres mía, y vives en mis sueños infinitos
Tienes los pies sonrojados del
resplandor ansioso de mi corazón
¡segadora de mis cantos vespertinos!
Tus labios
agridulces saben a mi vino de dolor
Eres mía, eres mía,y
vives en mis sueños solitarios.
Mi pasión sombría ha
oscurecido tus ojos,
¡cazadora del fondo de mi
mirada!
En la red de mi música te tengo presa, amor mío
Eres mía, eres mía, y vives en mis sueños inmortales
R. Tagore
Pablo Neruda (1904-1973) |
En mi cielo al crepúsculo eres
como una nube
y tu color y forma son como yo
los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de
labios dulces,
y viven en tu vida mis
infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te
sonrosa los pies,
el agrio vino mío es mas dulce
en tus labios
¡Oh, segadora de mi canción de
atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños
solitarios!
Eres mía, eres mía, voy
gritando en la brisa
de la tarde, y el viento
arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis
ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada
nocturna.
En la red de mi música estas
presa, amor mío,
y mis redes de música son
anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de
tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza
el país del sueño.
P. Neruda
Es normal somos 99.9% iguales
genéticamente, es difícil que se nos ocurran cosas muy diferentes. Como diría
Woody Allen: “Todos vivimos lo
mismo pero cada quien tiene derecho a deformarlo como quiera…” La variedad proviene de los
contextos, los paisajes, la historia y por supuesto de la capacidad para
deformar nuestros recuerdos. Y es
que la función del arte, si acaso tiene alguna, es regresarnos lo viejo y
olvidado con nuevo ropaje.
Bañante, Botero, 2000 |
En la antigüedad, pienso
particularmente en los griegos, su fama no dependía de una firma sino de la
aportación social. Por eso
desconocemos muchas fechas de nacimiento de griegos memorables, pero conocemos
con certeza su nacimiento social: su participación en el Ágora pública, su
reverberación en la Polis o las disputas alrededor de algunas obras de
teatro y sus autores. Los romanos, más
preocupados por el poder que por el prestigio, centralizaron la política y el
arte. Incluso Horacio que
detestaba las zalamerías alrededor del emperador vivía del buen Mecenas; el
presidente de la CONACULTA Romana en la época de Augusto. La Edad Media,
temerosa de los designios divinos, agrupa las creaciones por escuelas o
anonimatos. No hay un yo sólo un
nosotros (como sucede en muchas lenguas indígenas y en el japonés) que se
expresa en el arte. Habrá que
esperar al Renacimiento para que las escuelas se acomoden alrededor de un
maestro; un nombre que cautelosamente va tomando un lugar individual en una
sociedad cambiante.
Odalisca, Ingres, 1824 |
La batalla por reconocer la firma y el
autor no fue homogénea, en el México colonial la copia era la tortilla nuestra de cada día. Cuentan
las crónicas que un día salieron unos acusados con San Benitos en la
cabeza. El caso era excepcional,
la inquisición en México fue escasa a pesar de la mala fama, por eso al día
siguiente un indio de la ciudad vendía san Benitos en la calle. El arte de copiar era común incluso en
los instrumentos de música.
Jarana Jarocha, prima de la Vihuela y la guitarra barroca |
Los maestros artesanos españoles al darse cuenta de la habilidad manual de los
indios empezaron a cerrar sus talleres, no sus tiendas, a las miradas extrañas. Los indios que atendían la venta solían
escabullirse al taller en la noche copiar el instrumento a toda velocidad para
hacerlos y venderlos posteriormente.
Así sucedió muchas veces en Veracruz donde muchos instrumentos hoy
utilizados para el son provienen de esas prácticas: copiando crearon nuevos instrumentos.
Qué decir del español que se habla en México es una copia
del castellano y el mismo castellano en su momento fue una copia del latín.
Todos copiamos todo y de alguna manera nada se copia porque entra en
nosotros y sale transformado.
De hecho toda la cultura es producto de la copia, incluyendo las lenguas copias y creaciones de otras lenguas como el español del latín. Nadie ha enjuiciado tanto el hecho de copiar como la modernidad y
sus guerreros financieros. Temen toda creación a menos que sea lucrativa; paranoicos acusan a todos de piratas y exigen patentes para señalar el valor o la inutilidad de un país. Exigir el registro de las creaciones no sólo contradice lo llamado comúnmente "civilización" también olvida que más del 80% de lo inventado, antes del siglo XVI y usado hoy como la pólvora, las pastas o la imprenta, son creaciones chinas sin patente. Las patentes contradicen los procesos naturales de la cultura y de la vida, nuestros hijos aprenden copiando.
Desde
tiempos antiguos hemos llamado civilización a las culturas que por copia y
memoria se van aglutinando. Por
ejemplo algunos historiadores explican la difusión de la cultura a partir del
carro de guerra inventado por los arios en el Cáucaso, ese mismo que utiliza Charlton Heston en la película de 1959 Ben Hur. El carro aparece en las tumbas Chinas, en el
Mahabarata de la India y en la Roma imperial. Nadie los acusa de copiadores al contrario se nos llena la
boca y lo llamamos cultura.
Desnuda jugando con gato, Picasso, 1964 |
En realidad es la modernidad y su necesidad de lucro la que le ha dado valor a la creación individual, inventado las patentes y repartido premios literarios que por cierto siempre han sido políticos y monetarios. De hecho el nobel es un premio para globalizar una obra y no siempre la mejor. Sin embargo debo confesar que pocas veces he estado tan de acuerdo con un nobel como este año; la lectura de Mo Yan es un deleite; que por cierto Kenzaburo Oé, otro gran nobel, había recomendado. Los premios representan un prestigio aquí y ahora, en este reino, nada de tiempo, como pedía el buen Horacio, para enjuiciar la obra. Si un mundo para Julius deviene importante el próximo siglo a nadie le va a importar si Bryce era Peruano, plagió o pertenecía a una élite cultural; como a nadie le importa, al leer la Odisea, la Iliada o el Rey Lear, si Homero existió o si Shakespeare era uno o varios. Nos importan las creaciones sin premios y sin dinero. De hecho los mejores libros, como solía decir Tito Monterroso, vienen en ediciones baratas.
También pienso que este año fui bendecida, que el 2012 me trajo muchos regalos, muchos encuentros y reencuentros y que este blog y sus lectores fueron uno de los regalos más entrañables. Felices fiestas de solsticio y un ciclo nuevo lleno de alegría y fuerza para escalar montañas, bajarlas y seguir andando por el camino... Salud.
[1] Esta nota
debió publicarse la primera semana de diciembre. Me fue imposible.
Adopté una cachorrita y como mamá recién parida tuve mucho trabajo,
desvelos y una depresión al más puro estilo “baby blue”. Ya salí de mi pequeña temporada en el
infierno y de ella hablaré la próxima entrega… que para recuperar un diciembre silencioso tendrá que ser muy pronto.
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