domingo, 6 de mayo de 2012

CRÓNICAS MESTIZAS; Ixtepec y el camino

ZyanyaM
Como la lengua, como la vida,
toda sangre es espléndidamente mestiza.      
Sólo la muerte es pura.
César Vallejo



Ixtepec y el camino


Para el Padre Solalinde; larga vida.


CRÓNICAS MESTIZAS; Ixtepec y el camino 

Antes de que Juchitán se convirtiera en cruce de caminos, antes de que el tren se estacionara en Tehuantepec, frente a la casa de Juana Cata Romero y bajara de los wagones su amante Porfirio Diaz Mori; Ixtepec fue la ciudad cosmopolita de la región.  A principios del siglo XX se inauguró el interoceánico que unía, en el cerro del Ixtle, el puerto de Salina Cruz, en el Pacífico, con el de Coatzacoalcos y el Istmo con Guatemala.  Todavía hoy los rieles que vienen del sur, del Petén hoy dividido en tres países, se encuentran y se bifurcan; van hacia el norte.  Pero no sólo las vías del tren delatan su olvidada vocación cosmopolita; persisten los apellidos extranjeros que se mezclan con la identidad oaxaqueña; pienso en los Murat.  Antes de salir para Ixtepec, don Aquiles comentaría que José Murat Casab, ahora siendo  gobernador, reconstruyó el centro de Ixtepec, -él es de ahí-, nos recordaría. 
–Lo dejo bonito, bonito, insistió.  Por supuesto no sólo quedaron apellidos libaneses en Ixtepec, hay también nombres de origen iraquí, árabe, español, francés, japonés e incluso ruso.  Llegaron como inversionistas o trabajadores del tren, como comerciantes o refugiados de las guerras europeas.             

Con la construcción de la carretera Panamericana, (primeros intentos del ALCA y el plan Mérida: "América para los americanos"), Ixtepec fue desplazada por Tehuantepec perdiendo sus cualidades cosmopolitas.  La gente se encerró en sus muros y olvidó de donde llegaron sus antepasados; hoy es una ciudad tranquila y desconfiada, con muchas escuelas y casas cerradas al caminante, al migrante, al extranjero. 

De hecho, en los últimos tiempos ha adquirido un dejo xenofóbico y conservador; un poco como el resto del país, con sus enclaves y excepciones por supuesto.  Quizás por esto, no conocí el centro de Ixtepec, quizás porque iba buscando a los otros.    

Intuyo y, he experimentado, que son los otros los que nos llenan de vida, de movimiento, de fuerza; los otros que nos construyen.  Quizás, sabiendo eso, mis pasos siguieron el camino polvoso donde termina el asfalto, donde se cruzan las vías del ferrocarril que llegan al albergue del Padre Solalinde.  “Hermanos en el camino”, es un amplio terreno bardedao; nuevo apenas se fundó  hace 4 años; un 26 de febrero y 2007.  Lo puebla un montó de jóvenes que parecen esperar... en efecto esperan que pase la Bestia rumbo al norte.  

En general solemos creer que las cosas son evidentes y lógicas, suponemos que los demás, los otros, piensan lo mismo que uno, -el león cree que todos son de su condición-; por eso pensaba que una multitud de personas rodearía el albergue y que nuestra presencia estaría de más.  Me equivoqué, a nadie le importan los migrantes.


"A nadie le importan los migrantes..."

En promedio, diariamente llegan al albergue entre 80 y 100 migrantes, a veces más, subidos a la Bestia, como le llaman al tren que viene de Arriaga.  La mayoría son jóvenes, no mayores de 25 años, mujeres e incluso niños.  Me tocó, con angustia, ver un bebé de año y medio con sus padres que bajaba del tren.  “-Lo rodeamos entre todos, me contó el más alegre del grupo, un rato según nos toque la guardia, para que los compañeros puedan dormir y no se caigan del tren.  ¿Y el frío de la noche? pregunto, Lo envolvemos con nuestros suéteres, así no hay frío.  Esta mañana lo hubieras visto, se levantó bien contentito, es nuestro angelito, mientras esté con nosotros nada nos puede pasar, afirma.  Mientras sonríe yo sólo puedo recordar que los ángeles son demonios ascendidos y que lo único que puede salvar a ese niño y, a esos hombres, es la fe, la valentía y la fuerza que llevan dentro; -el don de fortaleza que llaman los católicos y que, hoy, han depositado en ese bebé.  Por un instante los envidio, yo que suelo detenerme inmóvil esperando el perdón, ¿cómo parecerme a ellos y ser valiente, y tener fe, y alegría, y fuerza, y seguir andando?…  Mi amiga Shiho al escucharlos exclama: -Tienen que venir a Japón y contar su historia.  Shiho repetirá esta frase hasta concluir el viaje, comparando el sin sentido de los 50 mil suicidios, que el año pasado se contabilizaron en Japón, con el verdadero infierno que experimentan los migrantes.  Yo soy muy bueno para subir y bajar andando, añade orgulloso Julían, un chico guatemalteco de 22 años, vimos unos mangos y como traíamos hambre nos bajamos del tren y luego nos volvimos a subir.  Así le vamos a hacer hasta llegar al norte, concluye con una hermosa sonrisa.”   

Migrantes en Ixtepec en espera del siguiente tren

Estamos trastocadas, cómo es posible que tengamos todo y queramos más.  La lección, sin embargo, aún no ha terminado, el padre Solalinde acaba de llegar. (Continuará…)

También pienso que deben abrirse las fronteras para el libre tránsito de los seres humanos, tal como circulan las mercancías y los capitales.  Pues estoy convencida que somos de todas partes, que el origen es hacia donde vamos y no de donde venimos, y que sólo es perfecto aquel para quien el mundo entero, amado y asombroso, es como un país extranjero.
Zyanya Mariana
 

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