lunes, 2 de abril de 2012

Cáncer; LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA

ZyanyaM
mis primas, a mi tía la guerrera y, a mi tribu de lado materno, con respeto y amor
Cáncer en el mundo.  Según los estudios son factores extrinsecos
los que contribuyen al desarrollo del cáncer: substancias químicas (fumar), radiación, virus o bacterias

EL CÁNCER, UNA OPORTUNIDAD PARA LA TRIBU
A diferencia del SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) el cáncer lo he vivido como una oportunidad de purificación para mi y mi tribu.  Es muy posible que el hecho se derive de tres factores, juventud, familia y naturaleza de la enfermedad. 
Yo era muy joven, universitaria y tonta cuando me tocó experimentar la muerte de un amigo de SIDA.  Con los años se va la juventud, la cara de nada y muchísima de nuestra tontería malsana; quizás por eso el cáncer lo he recibido, agradecida, como lección de vida.  La segunda razón puede estar vinculada a la cercanía de la enfermedad.  El SIDA lo tenía un amigo, y ya sabemos que los amigos casi hermanos se construyen con el tiempo a partir de encuentros, desencuentros y reencuentros; él y yo no tuvimos tiempo, ni siquiera para desencontrarnos, la parca se lo llevó antes.  Muchos dirán y, tienen razón, que los amigos se eligen en cambio en la familia se nace; sin embargo con los años he entendido que lo que le afecta a la tribu, querida o vilipendiada, nos perturba como personas aparentemente individuales.  Más allá de esta observación practica subsiste la vieja idea, desde Pitágoras pasando por los Vedas y los Upanishads hasta llegar al budismo de moda, que sostiene que sólo existen tres libertades; una de ellas, en este juego de nacimientos supone elegir a nuestros padres.  La elección también tiene un fin práctico, recordar rápidamente lo ya aprendido.  Es como si aquel que fue músico eligiera, en la siguiente vida, nacer en una familia de compositores y músicos para reconocer, desde la niñez, lo que le había costado toda una vida aprender.  Así de importante percibo hoy a la tribu, allende las propuestas prácticas o freudianas, está la libertad y la idea de que tanto las taras como las cualidades de la tribu son lecciones por adquirir.
Empero, más allá de las disquisiciones alrededor del tiempo, la amistad y la reencarnación subsiste un tercer argumento que me parece el más importante de todos.  La naturaleza de la enfermedad.  El SIDA convierte al cuerpo en un organismo incapaz de dar respuesta a las infecciones, aún las más oportunistas.  Es como si el virus nos quitara la capacidad de pelear y se llevara nuestra voluntad de sanar, amar y perdonar (nos).  No debe extrañar el VIH es un retrovirus, es decir que para reproducirse se inserta en el mecanismo de reproducción de la célula infectada, cual parásito incapaz de vivir y reproducirse solo.  Cuando recuerdo a mi amigo sólo en el hospital, rechazado por su familia, rodeado de pocos, lo pienso agónico, como un cristo malquerido bajado de la cruz, consumiéndose por ríos negros, venidos de no sé donde, y apoderándose de su cuerpo como hoyos hambrientos.
La naturaleza del cáncer en cambio es multiplicativa, generalmente no se inserta en una célula (en algunos casos sí) se prolifera vitalmente en los tejidos más allá de los limites normales, creando incluso ambientes nutricios para su supervivencia.  Es como una necesidad de vivir y reproducirse sin reglas.     

A diferencia de las células no cancerosas,
las células con cáncer evitan la muerte celular,
llamada apoptosis.
Su mismo nombre explica su vigor: como Cangrejo, -cáncer, del griego Karkinos,  (cangrejo), pues se dice que adopta formas abigarradas como nebulosas cósmicas, que se adhieren obstinadamente, cual pinzas, a lo que agarran.  Sin embargo la analogía que más me perturba del cáncer es donde se le compara a un ser dentro de una sociedad.  Un cuerpo funciona porque sus órganos disciplinados responden sin intereses propios, a su vez los órganos trabajan convenientemente porque las células se multiplican para un fin común; el servicio y bienestar del cuerpo.  En el cáncer, sin embargo, las células desobedecen, se individualizan combatiendo el funcionamiento común, la idea más allá de ellas, de los órganos e incluso del cuerpo.  Siempre habrá células desobedientes que se combaten sistémicamente, pero cuando se aumentan más allá de los limites permitidos, el cuerpo muere.  Cuando hay guerra, de dos iguales en un mismo territorio, ambos, sin juzgar buenos y malos, deben ceder y cambiar para que el cuerpo, la cultura o el país sobreviva.  Esto sucede poco en nuestros días modernos y narcisistas, demasiado “yo”.  De hecho estoy convencida que la búsqueda implacable de nuestros intereses personales a costa de los demás, el individualismo sin limites, la búsqueda de placer sin compromiso o el acumular sin sentido es un reflejo del comportamiento de las células cancerigenas; no me cabe duda.
Mi experiencia es que el enfermo de cáncer funciona como frontera entre su cuerpo y la tribu.  El enfermo se convierte en una frontera, un espejo hacia adentro y hacia fuera.  Él individualmente debe sobrevivir a una metamorfosis donde se perdone y perdone los motivos de su aislamiento, de su malquerer; por su parte la tribu debe perdonarse haberlo aislado y, sobretodo, las razones y prejuicios por las cuales quisieron aislar al enfermo antes de su enfermedad.  El enfermo se convierte en una oportunidad para todos de reflexión; de transformación, de pasar de gusanos cotidianos a mariposas.  Me recuerda los rituales antiguos de purificación donde se sacrificaba un animal con las culpas del grupo pero también invoca el fundamento de los cristianos cuando afirman que Jesús se sacrificó por los hombres.  El cáncer es una enfermedad ritual sirve para purificar, como si del enfermo salieran ríos blancos que como rayos sanadores se expanden en la familia, en el grupo, en la tribu.  Si el enfermo y la tribu cambian el enfermo se cura. 
Esta nota es para mi tía, la guerrera, que se ha atrevido a cambiar y para el resto de la tribu que estamos cambiando aunque nos duela. 

También pienso que dada la diversidad de nuestro país es necesario refundarnos como un país plurilingüe. Que de las 53 lenguas indígenas que sobreviven hasta el día de hoy, se elijan 5 y junto al español se conviertan en nacionales; que se le exija a todo profesional hablar una de ellas, además del del castellano.  Es fundamental, por otra parte, que nuestra capital recupere con su nombre México Tenochtitlán, su vieja vocación de grandeza.
Zyanya Mariana







1 comentario:

  1. GIuR
    por un error de "botones" borré tu mensaje. Espero me disculpes y vuelvas a comentar mi blog.
    Sólo pude recuperar mi respuesta. De corazón te ofrezco una disculpa.
    ZM

    RESPUESTA A UN COMENTARIO DE GIUR QUE BORRÉ POR EQUIVOCACIÓN
    GIuR,
    tu argumento me parece interesante: años de represión, obediencias y reservas emocionales como causas de ciertos desordenes celulares, allende el diagnosis tradicional, no lo sé, puede ser. Sin embargo sé que en tanto seres humanos nuestro andar está lleno de errores, miedos y otras cosas. Estoy convencida que debemos perdonarnos.
    muchas gracias por tu comentario. Francamente, a veces al escribir, espero mucho menos de lo que recibo... Como cualquier ser humano también tengo miedo y vergüenza cada vez que publico una nota, nunca pienso que la van a leer deseando que lean, que sirva. Y de repente llegan regalos, como tú, para recordarme que hay que caminar la vida sin miedo.
    Gracias

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